Por Manuel Hernández Villeta.- El sentimiento popular está por encima de los partidos políticos. Los partidos no pasan de ser logias cerradas para conseguir beneficios sectoriales. Todos somos políticos, por lo que podría ser que la inmensa mayoría no milite en grupos y le importe un bledo la existencia de estos.
La conciencia del pueblo está en la forma en que vive sus coyunturas, como acepta o rechaza lo negativo o lo positivo. Lo malo de la expresión popular es que se muerde la lengua. Esa mayoría silente tiene miedo de hablar. No dice lo que le incomoda, y juega a presentar cara de lo que podría satisfacerle.
La mayoría es como el agua, sin forma, sin color y sin sabor, sabe que cada cuatro años tiene oportunidad de hacerse oir, con solo hacer una cruz en un papel. Es el día que su miseria tiene un precio, un instante fugaz en que podría obtener el plato del día o la promesa de trabajo. Todo va de acuerdo en quien deposite su voto.
El pueblo sabe ser opositor. Lo que pasa es que no tiene los medios de expresarse, tiene miedo a decir lo que siente, porque teme perder lo que no tiene. El sentimiento de oposición o de respaldo está presente en el corazón del pueblo, en su conciencia. Es un error buscar la oposición en partidos organizados, hay que ir a la siquis popular.
Desde el gobierno es una falta de visión buscar la oposición en partidos organizados. Estas confederaciones se mueven a su capricho e intereses, a las presiones de sus patrocinadores, en su estrategia de hablar solo para obtener posiciones. El pueblo calla, oculta su opinión, pero sabe cobrar las afrentas. Desde el aire acondicionado del poder hay que ver las coyunturas que pueden meterse en la conciencia del pueblo y darle un barniz de opositor.
Si no se controla el alto costo de la vida, hay miles de dominicanos que sufren a diario la imposibilidad de comprar sus alimentos. Si en los hospitales no hay medicinas y las estructuras se deterioran, el que lo padece tiene la epidermis de ser opositor. Si en las escuelas no hay uniformes, los profesores están incapacitados y ganan un buen cheque y los uniformes solo ha sido un anuncio, hay padres que reaccionan desfavorablemente.
No hay oposición desde los partidos políticos, sumergidos en el fondo de sus disquisiciones internas. No hay oposición de personalidades acrisoladas, a las cuales hace tiempo que el pueblo los ve como buscadores de titulares de periódicos y entrevistas de espacios de radio y televisión. Cierto, ningún grupo organizado tiene capacidad de hacer oposición.
Es hora de que no se pierda el rumbo. Hay que ver las coyunturas sociales y como se están enfrentando y navegando. No pueden muchos dejarse seducir por el espejismo de los despachos con aire acondicionado, las yipetes con vidrios entintados y la corte de juglares con cremallera en los labios. En las calles hay dolor y podredumbre. Si se bajan los vidrios entintados se podrá espirar el verdadero olor que transporta el aire del nuevo día. ¡Ay!, se me acabó la tinta.