Boston, Massachussetts.- Durante esta semana, junto con mis compañeros de labores del programa “El Sol de la Mañana”, hemos estado realizando transmisiones de dicho espacio hacia el país y estableciendo contactos con muchos compatriotas que residen en Boston y en Lawrence, dos poblados del estado de Massachussetts que tienen una alta población dominicana.
La finalidad principal de estas transmisiones es darle apoyo a Juana Matías, una dominicana oriunda de Santiago que aspira a ser elegida como Representante al Congreso Norteamericano, siguiendo el camino que ya ha recorrido el también dominicano Adriano Espaillat, quien actualmente ostenta esa condición. Si dos dominicanos son parte del congreso norteamericano, ese hecho se convierte en una amplia puerta para abrir muchas oportunidades en las relaciones con los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.
Durante nuestra estadía hemos tenido contactos con muchos dominicanos y dominicanas residentes aquí. Y el pasado jueves participamos en un espacio radial local de mucha audiencia, donde escuchamos el parecer de muchos de nuestros compatriotas en torno a la situación que vive actualmente la República Dominicana y su visión pesimista del presente y el futuro de nuestra nación.
Durante seis años viví en la ciudad de Miami y estoy convencido de que donde la patria alcanza mayor significación, es cuanto se vive fuera de ella. Pero también me di cuenta que donde más aumenta el pesimismo y la visión distorsionada de la realidad económica y social de nuestra patria, es cuanto se es parte de la diáspora dominicana.
Los dominicanos que viven fuera de la patria, creen que el país es una selva africana, que nos estamos muriendo de hambre, que no se puede salir a ningún lado por la delincuencia y que el país está estancado en el tiempo. Y todo eso es fruto de tres razones principales. La primera, es que quienes viven en la diáspora trabajan duramente para vivir en la nación que los acoge, pero tienen una gran presión económica de las familias que dejaron en su patria, los cuales les exigen ayuda para sobrevivir porque en el “país la cosa está malísima”. Para el dominicano “la cosa siempre está mal”.
La segunda razón es que, al vivir en una sociedad desarrollada como la estadounidense, nuestros compatriotas empiezan a comparar todo lo bueno de Estados Unidos con todo lo malo de República Dominicana, sin entender que son naciones con proceso históricos y realidades económicas muy diferentes. La tercera razón es que las informaciones negativas llegan mucho más rápido, producen mayor impacto y son más consumidas por esta diáspora, la cual por estar tan lejos, no cree en nada de lo bueno que están haciendo los gobiernos por nuestra nación.
Y lo cierto es que la República Dominicana ha logrado amplios avances en los últimos tiempos, que hoy se vive una realidad muy diferente a esa que pintan los dominicanos de la diáspora. Hoy tenemos un país con una de las economías más sólidas de América, con inflación controlada, con uno de los mayores niveles de inversion extranjera del continente, invirtiendo casi 200 mil millones de pesos en educación, con tandas extendida donde a casi 2 millones de estudiantes se les da en la escuela desayuno, comida, merienda, todos los libros, los uniformes, los zapatos, en fin, un país que ha logrado avanzar de manera extraordinaria en los últimos 20 años.
Y es cierto que todavía tenemos muchas limitaciones y problemas. La realidad es que no estamos tan bien como deberíamos estar, pero tampoco tan mal como sienten y piensan nuestros querido hermanos de la diáspora. Y si somos justos, debemos estar conscientes que la República Dominicana es uno de los países más estables, más seguros y donde mejor se puede vivir de toda América Latina.