Una de las mentiras más vulgares que se han repetido en la República Dominicana durante más de dos décadas es propalar la especie de que las empresas del Estado fueron regaladas al sector privado, una manipulación lamentablemente repetida por comunicadores, economistas y hasta dirigentes políticos importantes.
Lo más triste es que todavía hoy sigan reiterando esa tergiversación de la verdad, lo cual se magnifica en períodos pre y electorales, cuando hay mucha gente hablando embustes y una legión de imbéciles dispuesta a creerles.
Y además, cuando ocurren episodios como la venta de terrenos de Los Tres Brazos, Santo Domingo Este, un hecho que no guarda relación alguna con la capitalización de empresas del Estado.
Voy a tratar de sintetizar aquí la razón por la cual son mentirosos quienes alegan que las empresas publicas fueron "regaladas" por el Gobierno de Leonel Fernández.
En primer lugar, la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) fue convertida en siete empresas, cuatro de las cuales generan importantes utilidades anuales a la asociación Estado-sector privado, y las tres Edes, si bien no producen dividendos, se deben a las diversas modalidades de pérdidas que sufren.
Es oportuno resaltar que las Edes fueron re-estatizadas por el Gobierno de Hipólito Mejía con la intensión de favorecer a unos amigos españoles-entre ellos el rey Juan Carlos-consorciados en Unión Fenosa, cuyas acciones al momento eran papeles basura en la Bolsa de Madrid.
La verdad es una y no es precisamente la que esgrimen los manipuladores para satanizar un proceso que sólo a través del Fondo Patrimonial de las Empresas Reformadas (FONPER) ha significado miles de millones de pesos en ingresos para el Estado, sustituyendo lo que era una sangría de recursos destinados a la nada.
Y otros miles de millones de pesos se han invertido en proyectos de gran impacto socioeconómico y creación de riquezas.
Algunos detalles: las empresas de CORDE que atrajeron el interés de inversores privados, nacionales y extranjeros, sólo fueron Molinos Dominicanos y la Compañía Anónima Tabacalera, en vista de que las demás eran cascarones sin valor de mercado, y apenas disponían de algunos activos inmobiliarios que no motivaban la atención de ningún inversionista.
Podemos citar en esa lista a Dominicana de Aviación, Seguros San Rafael, fábricas de vidrio, aceites comestibles, clavos, calzados, alambres, sacos, papel, pinturas, procesadoras de sal entera y refinada, marmolería, minas de sal y yeso, entre otras.
Al ser colocadas en la bolsa para fines de crear la asociación con el Estado, nadie ofreció un dólar por ellas, pues eran, como dijimos, "empresas" que se les mantenía con el único objetivo de que algunas personas recibieran un ingreso de miseria y que algunos políticos tuvieran allí un botín.