Por Thalif Deen/ NACIONES UNIDAS, 20 Sep 2018 (IPS) – El imprevisible presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tildado de demoledora humana, con su política exterior poco ortodoxa e irresponsable, ya se hizo sentir en la ONU y se espera más de los mismo cuando visite la sede del foro mundial en la última semana de este mes.
Un ejemplo de ello es el retiro de 300 millones de dólares de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos de Oriente Próximo (UNRWA) y de 69 millones, desde al año pasado, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que promueve la salud reproductiva.
Y también se especula que Washington promoverá una resolución en la Asamblea General este año para reducir sus aportes al foro mundial, que representan 22 por ciento del presupuesto anual.
Pero esa resolución solo contará con la aprobación de los 193 miembros de la Asamblea General si Washington recurre a medidas de fuerza.
La representante estadounidense en la ONU, Nikki Haley, ya amenazó con "registrar los nombres" y recortar la asistencia a los países que votaron la resolución de condena a Estados Unidos por reconocer a Jerusalén como capital de Israel, este año.
Cuando vaya a la sede de Nueva York, el 25 de este mes, será la segunda visita de Trump a la ONU, donde participará en el 73 período de sesiones de la Asamblea General, para luego presidir una reunión del Consejo de Seguridad.
Trump está en desacato desde que pidió la renegociación del Acuerdo de París, aprobado en 2015, suscrito por 196 países y ratificado por 180.
En mayo, el presidente estadounidense se retiró del acuerdo nuclear con Irán, el Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, en inglés), pero los otros signatarios, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia (cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad), además de Alemania y de la Unión Europea, se negaron a seguir por ese camino destructivo.
Trump también calificó a la ONU de "club social", un comentario que desveló una gran ignorancia, más que una declaración diplomática bien pensada.
Norman Solomon, director ejecutivo del Instituto de Precisión Pública, dijo a IPS: "El mundo es demasiado grande, demasiado diverso y demasiado maravilloso para que el principal foro mundial sea rehén del gobierno de Estados Unidos".
"La arrogancia jingoísta de Trump arrastró a poderosos discursos políticos hacia nuevas niveles sumergidos en la ONU", apuntó.
"Ya es hora, desde hace tiempo, de que la ONU distinga claramente sus misiones operativas de las agendas destructivas del gobierno de Estados Unidos", indicó Solomon, fundador y coordinador de la organización en línea RootsAction.org, con 1,4 millones de miembro activos.
En el marco de su desprecio por el sistema de comercio internacional, Trump amenazó con retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial del Comercio, con sede en Ginebra, mientras sigue rompiendo acuerdos e imponiendo aranceles de forma unilateral.
Sin embargo, tiene defensores como Stephen Moore, de la Fundación Heritage, quien propuso que Trump recibiera el Premio Nobel de Economía este año.
En la publicación Investor’s Business Daily, Moore sostuvo que los logros económicos de Trump quedaron solapados por comentarios sobre su comportamiento imprevisible y "peligroso".
En el marco de su divagante política exterior, Trump también rompió filas con el resto del mundo cuando decidió reconocer, de forma unilateral, a Jerusalén como capital de Israel, en flagrante violación de una resolución del Consejo de Seguridad que llama a las partes en conflicto a decidir sobre el futuro de la disputada ciudad.
También fue blanco de duras críticas en 2017, cuando tildó a Haití y a las naciones africanas de "países de mierda", lo que motivó protestas de la Unión Africana, de 55 miembros.
Además, fue muy cuestionado por sus comentarios insultantes sobre que "todos los haitianos tienen sida" (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y que los nigerianos que visitaron Estados Unidos "nunca volverían a sus chozas".
Mouin Rabbani, del Instituto de Estudios Palestinos en Washington, dijo a IPS que es difícil especular sobre qué dirá el presidente Trump y cómo se conducirá en la ONU.
"Lo único seguro es que hará un despliegue de vulgaridad impresionante, diseminará falsedades como loco (en muchos casos, hay que decirlo, sin la más mínima idea de lo que está haciendo), por lo que sus seguidores estadounidenses e israelíes lo celebrarán como actos de heroísmo sin precedentes", añadió.
Si Trump se ciñe al libreto que le dan, puede que sí o puede que no, es de esperar que Estados Unidos se concentre en sus intentos de aislar a Irán, observó.
"Es una opción interesante, dado que el JCPOA es un tratado internacional, ratificado por el Consejo de Seguridad, que a Irán se lo juzgó en reiteradas oportunidades por el cumplimiento de sus obligaciones en ese contexto y que Estados Unidos, al renunciar de forma unilateral a las suyas, viola de forma abierta y deliberada el derecho internacional y sus obligaciones frente al foro mundial", explicó.
En la segunda semana de este mes, el asesor de seguridad, John Bolton, dijo a la Sociedad Federalista en Washington, que el gobierno de Estados Unidos resistirá las investigaciones de la Corte Penal Internacional contra ciudadanos estadounidenses (como soldados acusados de crímenes de guerra) o aliados (como Israel acusado de crímenes de guerra contra los palestinos) por ser "procesos injustos de un tribunal ilegítimo.
El desprecio de la Casa Blanca hacia el derecho internacional, las prioridades humanitarias y la ONU como institución alcanzó un nuevo nivel durante la Presidencia de Trump, observó Solomon.
"Hay que condenar y oponerse a la arrogancia destructiva de las actuales políticas de Washington, representadas por la embajadora Nikki Haley en la ONU", sostuvo.
Los países deben hacer más que rechazar de forma directa el peligroso militarismo y racismo implícito del actual gobierno de Estados Unidos.
También deben evaluar, y fundamentalmente cambiar, la trayectoria de servilismo del foro mundial con respecto al gobierno estadounidense y sus consecuencias de largo plazo, apuntó.
En las pasadas décadas, en que hubo varios presidentes, el gobierno de Estados Unidos ha sido culpable de sobornar, extorsionar y de utilizar otros métodos turbios para manipular a los estados miembro.
A veces, incluso, recurriendo a tácticas de mano dura para hacer que los miembros del Consejo de Seguridad aprobaran, o al menos no se opusieran, a las acciones bélicas y a las guerras en curso, recordó Solomon.
Pero los esfuerzos indebidos por seguir las políticas de Washington durante varias décadas ha desdibujado las nobles ideas de la ONU, a menudo acomodándolas como racionalizaciones para que Estados Unidos reclamara la connivencia de la ONU, subrayó.
"Quizá más interesante que los divagues de Trump en la Asamblea General sea cuando presida una sesión del Consejo de Seguridad, pues Estados Unidos detenta la Presidencia este mes", observó Rabbani, en diálogo con IPS.
Ver a Trump presidir una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, que implica la obligación de respetar procedimientos y protocolos, será una escena memorable.
Es muy posible que arranque la sesión con la propuesta de remodelar el edificio aprovechando uno de sus descuentos especiales, y pida que los otros miembros del Consejo de Seguridad adopten una resolución para despedir al asesor especial Robert Mueller, especuló Rabbani.
Si se atiene al libreto e insiste con la agenda iraní, uno podría pensar en numerosos miembros del Consejo de Seguridad que ofrecerán respuestas punzantes contra la posición estadounidense, entre los que también pueden estar los aliados de Washington.
Parecería que hay una toma de conciencia sobre que la agenda de Estados Unidos no se limita a destruir el JCPOA o a asegurar la permanente supremacía de Israel sobre el pueblo palestino, sino que se propone desmantelar las instituciones internacionales, en particular las que velan por el derecho internacional, para reemplazarlas por poderes autoritarios, principalmente de Estados Unidos e Israel, como árbitros de los asuntos internacionales.
Esa agenda ayuda a explicar las últimas decisiones en materia de aportes económicos a las agencias de la ONU, como la UNRWA, aunque ahí también hay claros factores ideológicos en juego.
"Si Trump es objeto de críticas en la ONU, y en particular en el Consejo de Seguridad, es de esperar que Washington tome más medidas para marginar, desfinanciar y hacer que el foro mundial y sus agencias se vuelvan impotentes", aventuró.
"Lo que vimos hace poco con respecto a la UNRWA y a la CPI puede ser solo la previa de lo que se viene", alertó Rabbani.
Traducción: Verónica Firme