Unas recientes declaraciones del presidente de la Junta Central Electoral en las cuales consideraba contraria a la Constitución de la República la recién promulgada Ley de Partidos, han servido para avivar unos desencuentros que se dan en el pleno de la JCE y que si no se dilucidan públicamente se debe al talante pacífico de los miembros.
Resulta que el doctor Julio César Castaños Guzmán habló a título personal pero al no hacer esa aclaración se asume que es una posición de todo el cuerpo colegiado, lo cual no es cierto.
El asunto ni siquiera en forma de sobremesa se abordó, a pesar de que luego del almuerzo en familia se tiran sobre la mesa toda suerte de temas, incluso algunos que o vienen al caso.
La situación se ha mantenido en las paredes de la Junta, pero según me informan varios miembros se sintieron molestos por esa colectivización de una posición que luce beligerante en un órgano como la JCE que tiene problemas de sobra en los cuales ocuparse y sobre los cuales preocuparse.
Algunos sospechan que la posición del doctor Castaños Guzmán obedece a que desde siempre ha sido un litigante contra la dichosa Ley de Partidos, remontándose a 2005 cuando su fundación presentó un recurso de inconstitucionalidad que logró que la Suprema Corte de Justicia, en su momento, declarase contraria a la Carta Magna la anterior legislación sobre los partidos políticos.
Pero además, recuerdan su reciente laborantismo contra la ley debido a la astronómica suma que, conforme sus cálculos—algo así como cinco mil millones de pesos—había que destinar para organizar las primarias abiertas de todos los partidos, dinero que la Junta no sólo carecía sino que además, aunque lo tuviese, no era suficiente para garantizar que esos procesos ampliamente hipertrofiados, pudiesen tener un final feliz.
Es decir, que la posición del presidente de la JCE contra la Ley de Partidos es coherente. El único problema que eso acarrea es que Castaños Guzmán ya no es presidente de la organización de la sociedad civil sino nada menos que del ente administrador de los procesos electorales, papel desde el cual no le corresponde confrontar con otros órganos del Estado.
Un allegado al pleno de la Junta me dijo que ese despacharse con opiniones personales sin hacer las debidas aclaraciones en el sentido de que habla intuito persona no cae bien en el conjunto, pero sus compañeros prefieren guardarse sus reacciones para mantener la armonía del colectivo de cara a la sociedad.
Y es mejor que así sea, pues de seguro en el futuro más inmediato vendrán cuestiones que probablemente sirvan para poner a prueba la unidad de la Junta.