El fantasma del militarismo podría resurgir en Brasil si finalmente el ex capitán del ejército Jair Bolsonaro obtiene el triunfo electoral en la segunda vuelta pautada para el domingo 28, lo que muchos entienden sepultaría la democracia en esa nación.
Bolsonaro, ultraconservador radical ha producido un terremoto político en Brasil tras obtener el 46,5% de los votos en las elecciones presidenciales del domingo, aunque tendrá que medirse en segunda vuelta a una izquierda que busca afanosamente cómo ir unida a la histórica cita.
La única esperanza que tienen los izquierdistas brasileños de sobrevivir es con la integración de un frente unido en el que participen las fuerzas liberales a la cabeza de las cuales estará el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, quien llegó en segundo lugar en el cuadro de votaciones con 29,28%.
La sociedad brasileña podría enrumbarse hacia el retorno al poder de los ultraconservadores si Bolsonaro se impone en la segunda ronda de votaciones.
Ello ha provocado que las fuerzas ultraderechistas en Brasil estén de fiesta y a punto de sepultar el reinado de la izquierda que sufre viendo tras la reja a su carismático líder Luiz Inacio Lula Da Silva, primer dirigente obrero en gobernar al gigante suramericano entre el 1 de enero de 2003 y el 31 de diciembre de 2010.
Al mismo tiempo, Lula ha sido de los pocos ex gobernantes brasileños en ir a prisión bajo acusación de corrupción administrativa, lo que se interpreta en los predios del PT como “un plan de la derecha para destruir las conquistas sociales en beneficio de los más pobres”.
Negociaciones Políticas
Consciente del peligro que representaría para la democracia liberal brasileña y de América Latina la posible asunción al poder de Bolsonaro, representantes de los grupos progresistas están ya coordinando negociaciones para integrar un frente unido tratando de que ello no suceda.
Precisamente horas después de que las autoridades electorales de Brasil dieran a conocer los resultados de los comicios, el aspirante presidencial del PT, Fernando Haddad dijo que lo que está en juego es la conservación de la democracia en esa nación suramericana.
“Tenemos que unir a los demócratas de Brasil y a las personas que siempre han defendido a los más pobres”, escribió Haddad en mensajes de Twitter.
Y agregó que “queremos unir al país y vamos a mantener las puertas del diálogo abierto, en torno a un proyecto de país”.
La clave para alcanzar la victoria en la segunda vuelta de elecciones estará si logra conquistar el respaldo de la ambientalista Marina Silva y del veterano dirigente demócrata Ciro Gómez. Este último alcanzó el 12,47% de los votos.
Desde la cárcel Lula siguió haciendo campaña a favor del aspirante presidencial del PT a través de contactos telefónicos y mensajes en redes sociales con sus seguidores.
Mientras que el ultraconservador y ex congresista Bolsonaro dijo que “agradezco a todos los brasileños, ganamos en cuatro regiones, perdimos en el noreste, pero nuestra votación en el noreste fue muy buena y estoy seguro de que Dios ayudará en la segunda vuelta".
¿Reeditando a Hitler?
Días previos a las elecciones presidenciales del domingo miles de brasileños salieron a las calles a manifestar su rechazo a Bolsonaro, a quien identifican con Adolfo Hitler.
Inclusive ha sido comparado en su actitud y comportamiento expresivo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el de Filipinas, Rodrigo Duterte.
Los analistas concluyen en que el tema de la corrupción seguirá dominando el discurso de los aspirantes presidenciales en la segunda vuelta.
La República Federativa de Brasil tiene alrededor de 210 millones de habitantes con niveles de desigualdades que han marcado su historia a través de los años.
Pese a que en política nada está totalmente definido hasta que no se materialice, muchos entienden que un país tan abierto, liberal, alegre y expresivo como el gigante suramericano difícilmente decida elegir a un gobernante con características fascistas.
Y hay que señalar que el actual presidente Michel Temer quien alcanzó el poder tras un golpe parlamentario en 2016 contra la entonces presidenta Dilma Rousseff, “no se atrevió” apelar a la fuerza para mantenerse gobernando pese a los esfuerzos que encaminaron sus partidarios.
Brasil, el país de la samba y del fútbol decidirá en su próxima cita electoral si se adhiere a un régimen de fuerza al estilo siglo 21 o permite que los sectores liberales retornen al poder.
Ya veremos.