Hace poco fui impacto por una noticia, de esas que dejan a uno aturdido y atrapado en las garras de reflexión. Se trataba del fallecimiento de mi apreciado amigo José Roberts (Peki) tras sufrir un derrame cerebral hemorrágico y severo en Ohio, Estados Unidos, donde intentó, como muchos inmigrantes, aprovechar las oportunidades que ofrece el “sueño americano”.
El derrame le colapsó la mitad del cerebro, situación que obligó a los médicos, que se esforzaron para salvarle la vida, a recluirlo entubado en una sala de cuidados intensivos.
Murió alejado de los familiares, a excepción de su hija Karina que estuvo con él hasta que los galenos desactivaron la máquina a la que estaba conectado y lo mantenía con pequeños hálitos de vida.
Peki era un hombre fiel con los amigos y siempre compartió lo que tenía con las personas que lo solicitaban. A mí siempre me dispensó un buen trato. Compartíamos tertulias de temas literarios, de farándula y deportivos y me abrió espacio para residir en su casa varios años cuando residíamos en Nueva York y Boston.
Lo consideraba como un hermano. Por eso no dejo de reflexionar sobre su muerte.
La última vez que conversé con Peki fue hace tres meses cuando me llamó para saber de mi salud y comunicarme, con mucha nostalgia, que estaba programando su regreso a la República Dominicana, que tenía deseos de reencontrarse con sus amigos, familiares y compañeros de lucha política.
Peki Roberts fue uno de los fundadores en Nueva York del proyecto presidencial de Luis Abinader y dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM). También, un destacado deportista.
Fue miembro de la comisión política de la Juventud Camilista, célula de los Comités Revolucionarios Camilo Torres (CORECATO), organización de izquierda que combatió con coraje los gobiernos en las pasadas décadas.
Además, presidente de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (Abadina), y secretario general del Club Cultural y Deportivo de Villa Francisca.
Fue un apasionado del deporte. Como cronista de esa disciplina laboro en radio y escribió para varios periódicos, tarea que compartía con los conocimientos del mundo de la farándula.
En Boston fue columnista deportivo del periódico Día y Noche que dirigió el periodista Erasmo Chalas Tejeda.
El cuerpo de Peki Roberts fue cremado y sus cenizas trasladadas a la ciudad de Tampa, Estado de la Florida, donde reside una hija. En vida, siempre anheló ser sepultado en su país. Son las groseras jugadas de la vida.
Como él, muchos dominicanos son sorprendidos por la muerte y sepultados en tierras extranjeras. Las precariedades financieras impiden a las familias cubrir los costos de traslados (15 mil dólares) del cuerpo a República Dominicana. Esa es la razón por la que nunca regresan.
¡Adiós, Peki Roberts! Partiste hacia lo desconocido sin realizar el sueño de ver a tu país libre de delincuencia, inseguridad, corrupción rapaz e impunidad. Tus amigos te extrañaremos siempre.
Mis condolencias a sus hijos y demás familiares.