El mundo contempla el resquebrajamiento de la democracia en Occidente y Latinoamérica, y los sucesivos cambios políticos tras la derrota del PRI en México y del peronismo en Argentina llegando hasta la legalización de las drogas, por tanto, ya no es asombro ver cómo Brasil es conquistado por un nuevo jinete que no debería castigar al caballo con esa fusta porque podría rebelarse.
Jair Bolsonaro, ex capitán del ejército brasileño y diputado quien ganó convincentemente la segunda vuelta electoral de este domingo con 55% de los votos, según el Tribunal Electoral de Brasil. En segundo lugar, quedó Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT), 44%.
Es el primer militar brasileño en alcanzar el poder por votación popular después de Eurico Gaspar Dutra, en 1945, y se convierte en el presidente número 42 en la historia de esa nación suramericana.
Igualmente se integra al cuadro de militares latinoamericanos que arribaron al poder mediante elecciones directas como fueron el general Juan Domingo Perón, en Argentina y el teniente coronel Hugo Chávez Frías en Venezuela.
“Orden y Progreso” lema de la bandera de Brasil y de su identidad como país sustentada en la ideología y filosofía positivista del francés Augusto Conte, fue acuñada en las primeras declaraciones a la prensa dada por Bolsonaro tras obtener el triunfo en las urnas.
Quizás busca con ello despejar temores entre algunos brasileños y la comunidad internacional expectante ante las incógnitas generadas por su elección, después que las instituciones democráticas quedaran resquebrajadas con el golpe parlamentario contra la entonces presidenta constitucional Dilma Rousseff, en 2016.
A partir de ahí, asumió el poder Michel Temer quien entregará el mandato presidencial a Bolsonaro el primero de enero del 2019.
Brasil, fue de los últimos países latinoamericanos en salir de la dictadura militar (1964-1985) y en las dos décadas recientes alcanzó transformaciones políticas importantes con la elección de Luiz Ignacio Lula Da Silva, primer líder obrero en gobernar la quinta economía mundial (2003-2010), seguida de la primera mujer en conquistar el poder como lo fue Dilma Rousseff (2011-2016).
Gobierno ¿Cívico-Militar?
En la campaña electoral, Bolsonaro del Partido Social Liberal, prometió que la tercera parte de sus ministros será de las Fuerzas Armadas, lo que convertiría el gabinete en una estructura cívico-militar.
Sus primeras declaraciones luego de conocer los resultados de la contienda fueron directos al expresar que su país no podía”seguir flirteando con el comunismo, socialismo, populismo y con el extremismo de la izquierda".
Adelantó que hará un Gobierno para colocar a Brasil "en un lugar destacado", y a seguidas dijo que introducirá reformas para que sea “grande, libre y próspera”.
El nuevo presidente electo brasileño sustenta la concepción política ultraconservadora, rechazando el modelo económico del multilateralismo y en cambio, favorece el bilateralismo como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Surgen muchas interrogantes sobre las relaciones diplomáticas y políticas que adoptará el futuro gobierno de Bolsonaro con los demás países de América Latina, donde varios presidentes lo han felicitado por su triunfo. Entre ellos, el presidente de Chile, Sebastián Piñera; de Argentina, Mauricio Macri; de Perú, Martín Vizcarra y el saliente mandatario de México, Enrique Peña Nieto.
Ahora bien, ¿cuál será su vínculo con países como Venezuela, Cuba, Ecuador, República Dominicana y Nicaragua que sirvieron de soporte a la política exterior enarbolada por los gobiernos de Lula y Dilma?
¿Saldrá Brasil de los distintos mecanismos de integración regional surgida en Latinoamérica en los últimos veinte años?
Pero además, ¿cómo se manejará el gobierno de Jair Bolsonaro en el ámbito de sus relaciones con la República Popular de China y la República Federativa de Rusia?
Es evidente que con el presidente Donald Trump se entenderá perfectamente y podría alcanzar un aumento en las inversiones y transacciones económicas de Estados Unidos en Brasil.
¿Atentará contra la región Amazónica?
El criterio del ahora nuevo presidente electo brasileño sobre la Amazonia considerada “el pulmón” del mundo, podría enfrentarlo con las instituciones mundiales que luchan por la preservación del planeta que sigue seriamente amenazado ante la falta de aplicación de políticas gubernamentales ambientalistas. Ello, ha acelerado los cambios climáticos alrededor del mundo, afectando la vida humana y silvestre así como la producción de alimentos.
En efecto, Bolsonaro en su campaña electoral favoreció la explotación de la rica zona de la Amazonia y sus selvas tropicales.
La imponente área que abarca extensiones además de Brasil; Bolivia, Colombia, Guyana, Ecuador, Surinam, Perú y Venezuela, tiene una extensión de 7,4 millones de Km2, representando a la vez el 4,9% del área continental mundial.
Datos de la CEPAL indican que la cuenca del rio Amazonas es la mayor del mundo generando un promedio de 230 mil milímetros de agua por segundo, lo que a su vez, corresponde aproximadamente al 20% del agua dulce en superficie terrestre mundial.
¿Se atreverá el gobierno de Bolsonaro a atentar contra ese imprescindible recurso que nos brinda la naturaleza en este hermoso planeta, y que algunos locos buscan destruir?
Es evidente que el surgimiento de este nuevo personaje en las máximas estructuras del poder en la República Federativa de Brasil, se debe en gran parte a los errores políticos y a la corrupción en que incurrieron muchos de los dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT), cuyo líder Lula Da Silva guarda prisión en una cárcel del Estado de Sao Paulo tras ser condenado por la Justicia de cargos de corrupción administrativa.
El pueblo brasileño sencillamente se cansó y prefirió elegir a un ex capitán del ejército produciendo un sacudimiento político en la sociedad de Brasil, lo que podría extenderse hacia otros países de América Latina.
El tiempo dirá.
Artículo de Manuel Díaz Aponte