La periodista Milagros Germán fue víctima de un robo en un supermercado del Distrito Nacional, del que ella ha sacado sus propias conclusiones.
La experimentada comunicadora quien trabajó por varios años como editora de la revista Que Pasa de El Nacional narra que una mujer robó todos sus documentos, incluidas tarjetas de créditos, de su cartera que ella mantenía abierta mientras recorría el supermercado Bravo de La Esperilla.
La comunicadora ha decidido contar la historia en su cuenta de Facebook, la que aquí le dejamos:
"Han pasado tres semanas desde el día en que pasé por una de las experiencias más desagradables de mi vida. Me encontraba en el supermercado Bravo de La Esperilla, la mañana del 30 de octubre pasado. Todo fue muy bien hasta que llegué a una de las cajas para pagar los artículos adquiridos.
Al buscar en la cartera la billetera donde guardaba documentos personales, tarjeta de débito y dos tarjetas de crédito no la encontré. Me disculpé con la cajera y corrí hacia la ventanilla de servicio al cliente para reportar lo ocurrido y proceder a cancelar las tarjetas.
Ahí comenzó el viacrucis, pues cuando quise usar el celular para llamar a los bancos, tampoco estaba en la cartera. Un frío tembloroso me recorrió de pies a cabeza y me dije ¡Dios mío!, ¡cómo es posible, si estoy viva y consciente! La joven de servicio al cliente me facilitó un teléfono, es más, ella misma llamó para cancelar la tarjeta de débito que había llevado conmigo porque no tenía dinero en efectivo.
La subgerente del Scotiabank que hay en el súper tuvo la gentileza de ayudarme con la cancelación de las tarjetas de crédito y localización de mis familiares. La estresante situación me hizo borrar todos los teléfonos de mi familia. Inventé números y números, hasta que por fin recordé el celular de mi hermana. A través de ella pude localizar a mi hijo, para que me acompañara a la policía a fin de hacer la denuncia. Un tiempo perdido, porque del celular, con menos de un mes de uso, no hay ni rastro.
En cuanto a la billetera, recibí esa noche una llamada a mi teléfono fijo, cuando descansaba después de una taquicardia de media hora que me dejó exhausta. No reparé en el identificador de llamadas y tomé el teléfono como un autómata. Al otro lado, una voz femenina preguntó por mi nombre y, ante mi respuesta afirmativa, me dijo que mis documentos estaban en una tienda de Plaza Central. Alguien los había abandonado allí, probablemente –pienso yo- luego de tratar sin éxito de hacer alguna compra con la tarjeta de débito, la única que no apareció. Deben haberme maldecido por ser una “arrancada” y no dar vida a los ladrones.
La llamada despertó mis dudas, porque en la billetera solo había documentos, pero el celular tenía una cubierta y en su interior coloqué una tarjeta de presentación con el teléfono de mi casa. ¿Cómo era posible que esa persona me llamara? ¿Sería cómplice de la ladrona?. Mis dudas se despejaron cuando al día siguiente fui a recoger la billetera y encontré dentro la tarjeta de presentación con la cual la persona pudo localizarme.
¿Qué aprendí de esta experiencia? Varias cosas. 1. Siempre cerrar el zipper de la cartera. Fue un descuido mío dejarlo abierto. Le facilité a la ladrona pillarme DOS ARTÍCULOS, con “manos de seda”. 2. Dejar en casa los originales de los documentos y solo salir con la tarjeta que vaya a usar. 3.-Mirar alrededor y no dejar que NADIE se me arrime o empuje. 4. Tener una libretita con teléfonos claves anotados. 5. Estar ALERTA siempre, sin que el pánico se apodere de mí.
6. Aprendí que los negocios tienen un aparataje de seguridad, nada más para ellos. Me sentí frustrada cuando el gerente de turno en el Bravo La Esperilla me dijo que las cámaras no habían captado nada extraño en mi recorrido de compra. Fue como llamarme impostora o algo por el estilo. Quedé por varios días dándole vueltas a esa actitud hasta que decidí hacer una carta al señor Monestina y entregarla personalmente. Hubo acción en seguida. Llamaron al jefe de seguridad del grupo de supermercados y fui con él a La Esperilla para examinar la grabación y mostrármela.
Le tomó un buen tiempo, mientras yo esperaba fuera de la oficina donde se encerró. Al final me llamó para mostrarme el extracto que hizo, porque no soy tonta. Me vi de refilón en una de las imágenes y vi a la ladrona blandir mi billetera en un pasillo solitario. Las demás eran solo vistas panorámicas que impiden para mi, identificar cualquier acción delincuencial. Solo en una me veo caminando hacia la panadería. ¿De dónde sacaron entonces que las ladronas eran tres y que me arroparon mientras tomaba unos guineos?
Les pido disculpar la extensión de esta historia. Con ella solo pretendo advertirles que tengan mucho cuidado cuando salgan de compras. Los ladrones siempre están al acecho y en estos días mucho más. Cuídense. No quiero que nadie viva esta mala experiencia, y menos quienes gozan de mi cariño y aprecio. Dios les bendiga.
Nota: Por una confusión se colgó una foto y se atribuyo el texto a la presentadora de televisión Milagros Germán, a quien le hemos pedido las debidas excusas.