Marchamos mal, es innegable.
El facilísimo y la irresponsabilidad nos retrata de arriba abajo.
Hoy, el villano de ayer, se nos presenta como el héroe y los mártires del pasado, son los malvados del presente.
Quién entiende este terruño caribeño preñados de farsantes de verbo florido y esencia mafiosa?
En dónde están los profetas de la cacareada política que en el ayer se vanagloriaban con el manto de mesías, reivindicadores de la nación?
El país da notaciones de que se enrumba, sin cabeza, por senderos que conducen al caos y a un espantoso destino.
El discurso moralizante y ético es asimilado como una retorica anacrónica que para muchos es sinónimo de una ridiculez que raya en la demencia.
La búsqueda y rápida acumulación del oro corruptor que genera sin escrúpulo el llamado poder político ha pasado a convertirse en una especie de pandemia sin límites.
Somos la expresión viva y perversa del impresionante Cambalache magistralmente narrado por el inolvidable Enrique Santos Discépolo.
Pretenden contaminarnos a todos en ánimo de procurar una aparente legitimación de sus constantes perversidades.
El hedor de la corrupción y la carencia de los auténticos valores humanos, promovida con sus cuestionables acciones, desde las más encumbradas posiciones públicas, se ha convertido en el venenoso pan nuestro de cada día.
Es el ventaron que nos asecha constantemente en el cotidiano subsistir para salpicarnos con el lodo pestilente de manera despiadada.
Es por esta y otras razones que el mandato urgente del presente, sin postergación alguna, consiste en valorar y rescatar la familia como núcleo esencial de la sociedad, tallando un hombre y una mujer nueva, capaces de aquilatar la vida de una manera diferente.
Es ahí la fórmula idónea de garantizar una estructura social capaz de producir las transformaciones que actualmente exige la colectividad nacional, protagonizando acciones impostergables, innovadoras, y ejemplarizantes.
Insistir en tan noble tarea, como plataforma para posibilitar la convivencia armoniosa, cimentada en la justicia, la paz y el amor, es una responsabilidad de todos.
Acción pues…