Me resisto a creer (hasta que Leonel Fernández diga si es o no cierto) que un grupo fascistoide paramilitar que amenaza con matar a periodistas “traidores a la patria”, y se dispone a suplantar a las Fuerzas Armadas en la defensa del país, es un órgano periférico ultraderechista de su afán politiquero de retorno al poder, buscando los votos patrioteros. Tampoco puedo creer que el Ministerio de las Fuerzas Armadas guarde silencio y que el jefe de la Policía Nacional diga que esos sujetos “no representan ningún peligro, pues ni armas de fuego tienen”. (Mañana, si corre la sangre, será tarde para arrepentirse).