Aseguran que más de 400 estudiante reciben docencia en casas alquiladas.
El Comité de Amigos del Barrio 27 de de Febrero (CABF) deploró las condiciones de la Escuela Básica Héctor J. Díaz, en la que cientos de estudiantes reciben docencia en viviendas rentadas en ese sector del Distrito Nacional.
En nota de prensa la entidad expresa que los recursos del 4% del Producto Interno Bruto que se destinan a la educación no llegan al barrio 27 de Febrero, porque cientos de niños reciben clases en casas alquiladas, con baños inadecuados y sin poder salir al recreo porque el único espacio libre es la calle.
La comunidad educativa del Barrio 27 de Febrero está demandando la construcción de un centro educativo que acoja a por lo menos 900 estudiantes y así paliar un poco el déficit de aula en el sector.
Los estudiantes reciben docencia en nueve cuartos de casas alquiladas, una práctica que se creía superada pero que se mantiene.
Recordó que la Escuela Unida 27 de Febrero, conocida como la de Monguita, que funcionaba en la barriada en nueve casas alquiladas, fue traslada a unos terrenos del Oratorio María Auxiliadora, en el sector del mismo nombre cuando la población reclamaba que fuera levantado un plantel en el propio lugar.
Esta situación no disminuyó el déficit, ya que para los moradores del 27 de Febrero resulta muy incómodo enviar a sus hijos tan lejos en momentos en que la inseguridad los arropa.
Ante esa situación la Escuela Héctor J. Díaz, en Agua Dulce, del 27 de Febrero no tiene local propio y ofrece el servicio como puede.
En la zona existe también la escuela María Auxiliadora, localizada en el sector Loma del Chivo, pero esta no da abasto.
Los demás son pequeños colegios distribuidos en una franja del sector, incluyendo la Escuela Parroquial Nuestra Señora de la Altagracia, semi pública, donde a los niños les cobran mensualidades y el Gobierno central paga a los maestros que imparten el proceso de enseñanza.
Esta trilogía de centros juntos no acogen la mayoría de los niños en edad escolar del barrio debido a la pequeñez de sus estructuras físicas y las precariedades con que los maestros imparten el proceso de enseñanza, lo que obliga a que cientos de estudiantes queden fuera de las aulas o tengan que inscribirse en planteles fuera de la zona.