La ley de partidos y agrupaciones políticas debió significar un avance significativo en la aun débil democracia dominicana contribuyendo con el fortalecimiento de las instituciones que la representan. Sin embargo, no fue así.
Por el contrario, los partidos ahora son más autoritarios y menos democráticos. El Congreso, controlado por el Partido de la Liberación Dominicana, forzó la aprobación de una legislación atrasada, propia del siglo pasado, que en los hechos le quita a las bases autonomía y poder para decidir el rumbo que debe tomar un partido.
El poder definitorio y decisivo no lo tienen las bases, lo tiene la cúpula, es decir, los órganos de dirección integrados por dirigentes sin ninguna vinculación con la gente, líderes anquilosados, perpetuados, mafias y cárteles que viven de la política mediante toda clase de patrañas y engaños.
De acuerdo con la susodicha ley, para la selección de los aspirantes a cargos de elección popular se establecieron los métodos de “primarias, convenciones de delegados, de militantes, de dirigentes y encuestas”.
Quienes tienen la facultad de escoger cualquiera de esas modalidades son: “Comité Central, Comisión Ejecutiva, Comisión Política, Comité Nacional o su equivalente, de reglamentar, organizar, administrar, supervisar y arbitrar, el proceso de primarias para la escogencia de los candidatos y candidatas a cargos de elección popular”; de tal modo que serán ellos, los grandes, los que tienen el dinero, los que manipulan, mienten y engañan, los que siempre se roban la voluntad popular, son los tienen el poder. (Juez y parte)
Por experiencia sabemos cómo esas cúpulas realizan sus reuniones y como, “a unanimidad”, se aprueban las resoluciones trascendentes. En esos encuentros sólo hablan dos o tres dirigentes que previamente decidieron el qué, cuándo y cómo se harán las cosas.
En vez de más democracia y participación de la gente, tenemos, mediante una ley, menos democracia, y por lo tanto menos libertad y pluralidad, para los militantes y simpatizantes de los partidos.
Hay dirigentes y funcionarios gubernamentales con 20, 30 y hasta 40 años en la cumbre de los partidos sin someterse al escrutinio popular, utilizando toda clase de fraudes y de trampas. Acumulan tanto dinero que pueden comprar el voto de sus “compañeritos”.
He aquí un ejemplo: “El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) aprobó este domingo la modalidad Convención de Militantes –que nadie entiende- para escoger a su candidato presidencial, congresuales y municipales, en cumplimiento a la ley. (Según Rogelio Genao, secretario general, ahora el PRSC dejará de ser un partido de masas para convertirse en un partido de cuadros. O sea, más pequeño, lo cual no comprendo)
La decisión fue tomada por la Comisión Ejecutiva de esa organización política reunida en su sede principal, de esta capital, la cual fue supervisada por la Junta Central Electoral (JCE)”. De ese modo será más fácil “elegir” a los aspirantes a cargos de elección popular.
Presumo que otros partidos, agrupaciones y movimientos políticos, harán más o menos lo mismo para garantizar los intereses de los “líderes”, sin importar que piense o que quiera la gente. Escoger candidatos dependerá de lo que decidan o quieran Danilo Medina, Leonel Fernández, Miguel Vargas, Quique Antún, Hipólito Mejía o Luís Abinader, entre otros. La ley los autoriza. Como dijera hace algunos años un dirigente político, ya fallecido, “las bases son para pisarlas”.
Democracia es que la gente, a través del voto universal y secreto, sin cohesión de ningún tipo, compra de conciencias y fraudes, decida quienes serán sus candidatos, porque al fin y al cabo ellos deben representarlos en la presidencia del país, Congreso, municipios y provincias.