La República Dominicana y Haití somos dos naciones hermanas que compartimos el mismo territorio insular. Somos una especie de dos hermanas siameses que siempre estaremos una al lado de la otra. Por eso, lo más conveniente y necesario es que entre ambas naciones siempre haya un espíritu de cooperación, de acuerdo, de entendimiento por el bienestar, la tranquilidad y la paz en la isla.
El pasado miércoles estuvimos en el pueblo fronterizo de Dajabón, conversando con la población dominicana en un programa especial de El Sol de la Mañana. Y al conocer en la propia frontera una serie de elementos que se producen allá y a los cuales no se les da mucha difusión, pude reconfirmar que lo más conveniente es trabajar por el desarrollo económico de esa región, construyendo un muro de prosperidad y de solidaridad, y no un muro de odio, racismo y xenofobia.
La frontera dominicano-haitiana necesita un muro económico de grandes inversiones que generen mucho empleo y muchas riquezas. Hay que controlar la frontera y el flujo migratorio, pero con políticas regulatorias que no traigan más complicaciones. No es construyendo estructuras físicas o actuando con odios y abusos, sino convirtiendo la frontera en una gran zona franca de producción de productos, servicios, de un gran tráfico comercial, el cual sea capaz de generar miles de empleos para los dominicanos que están de este lado y para los haitianos que están de aquel lado.
El Grupo M es un consorcio empresarial que en la actualidad opera una zona franca donde trabajan más de 10 mil nacionales haitianos junto a unos mil dominicanos. Esos haitianos trabajan de día en el lado dominicano y en la noche se van a dormir a sus casas en Haití. Esos 10 mil haitianos no son un peligro, no perturban la paz de este lado y no son una carga ni un peligro para la nación dominicana. Por el contrario, son un gran apoyo de mano de obra para la producción de riquezas en la frontera.
Esa es la ruta correcta para abordar la situación de la frontera y el reto de la migración haitiana. El muro que debe construirse es ese que ha estado construyendo el Grupo M: un muro económico, un muro de prosperidad, un muro de colaboración, un muro de amor y u muro lleno de un gran torrente de solidaridad.
Hay que tomar medidas para vigilar con mas tecnología y con mas eficacia muchos puntos de la frontera. Hay que especializar aún más el personal militar que tenemos apostados en la frontera y construir zonas residenciales con todos los servicios, donde ellos puedan vivir con sus familiares por el tiempo que estén de servicio. Pero nunca poner muros físicos que conllevan el aumento del odio, de la separación y del enfrentamiento innecesario entre dos pueblos que tienen un flujo comercial permanente entre ellos y que tienen un gran potencial para producir riquezas juntos, cuando se coordina bien, respetando nuestra propias identidades como naciones.
El muro que debe construirse en la frontera, no es uno lleno de odios, resentimientos, racismo y xenofobia, sino un gran un gran muro de empresas que produzcan muchos empleos, muchas riquezas y mucha prosperidad, un muro lleno de grandes sentimientos de amor y de solidaridad entre estos dos heroicos pueblos que comparten la frontera.