La cultura despótica, vigente y renovada, no se detiene ni siquiera en irrespetar y agredir el derecho de las personas a vestir como mejor le parezca, como se sientan cómodas o como les permitan sus recursos.
La dictadura institucionalizada, bajo el mando de la prepotente y pretenciosa elite seudo-aristocrática peledeísta, viene imponiendo protocolos o códigos de vestimentas para entrar a las instituciones del Estado (oficinas, escuelas, hospitales, tribunales, centros de recreación…., impregnadas de sus fobias frente a ciertos colores: una vez fue al amarillo y ahora al verde; y también de rechazos a logos, camisetas, gorras, sombreros…que les resulten políticamente incómodos.
Coartan jean, pantalones femeninos, blusas sin mangas, escotes, tenis, zapatillas, sandalias, tatatuajes visibles, peinados, colores, modas, afros, adornos, estilos juveniles…Los coartan e imponen con “órdenes” a subalternos y como “asunto de seguridad”; limitando el libre acceso a instituciones públicas.
Ser pobre, negro, mulato, no portar saco y corbata, andar supuestamente “mal vestido/a”, o en vehículos chuecos o medios chuecos, es suficiente para ser sospechoso/a y ser maltratados/as por autoridades civiles y militares ¡Y hay si se trata de nacionales de Haití o de sus descendientes dominico-haitianos! Mientras basta exhibirse “encorbatado”, con trajes de “lujo” y vehículos flamantes… para ser respetado/a, aun violando la ley.
Ni hablar cuando este tema se refiere a eventos, recepciones, fiestas y escenarios de “alto copete”, donde imponen saco y corbata, a veces de colores determinados, para entrar, atribuyéndole a tal decisión una “formalidad” importada de otros climas y culturas.
El abuso no solo se ejerce impunemente a nivel gubernamental, exhibiendo sus promotores una falsa moral que no guarda relación con sus prácticas delictivas y criminales, sino que se practica además en empresas, clubes, iglesias, centros de diversión, colegios, universidades y otras áreas privadas.
En estos días viví sendas experiencias: nos impidieron entrar al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva con indumentarias de Marcha Verde y fui concretamente reprimido al intentar ingresar con tenis a una dependencia del Club Naco, invitado por un apreciado amigo que cumplía año en esa ocasión.
No sé quien preside ahora ese Club, el cual he visitado en muy pocas ocasiones, pero quien sea tiene la oportunidad o de refrendar esa herencia ridícula o de anularla para siempre.
Estas afrentas e iniquidades emanan de un poder arropado por una ideología profundamente clasista y racista, ejercida por una lumpen burguesía fantoche y por una pequeña burguesía parejera y elitista, simuladoras de grandezas ficticias, que urge erradicar. (El Nacional, domingo 2/i2/2018, santo domingo, RD)