En un país donde la Constitución establece que la reelección por más de dos mandatos está prohibida, pero el presidente de la República dice que hablará sobre el tema en marzo del año entrante, la democracia está en crisis.
Mientras espera la fecha para hablarle al país, el presidente Danilo Medina, junto a sus lacayos en el Congreso y en el gobierno, trabajan tenazmente, 24/7, para imponer la reelección, ya sea a través del Tribunal Constitucional, ahora que tiene mayoría, o en el Congreso, donde no tiene los votos necesarios, pero está dispuesto a comprarlos al precio que sea aunque el déficit del presupuesto de la nación sea mucho más grande de lo que es actualmente.
En un país donde se respetan las instituciones, donde la Constitución es inviolable, un estadista no permite que sea ignorada. Hace cumplir su juramento de respetar y hacerla respetar para impedir que el Estado de Derechos no desaparezca por su culpa.
En un país donde la clase política es fuerte, consciente y consistente, donde hay una sociedad civil comprometida con la libertad, la justicia y el desarrollo, no permite que la Carta Magna sea pisoteada vilmente por quienes, desde el poder, pretenden perpetuarse en el poder.
Con un cinismo que espanta, el mandatario se burla de la Constitución y las leyes, y se burla de la gente, al decir que será en marzo cuando hablará de una cuestión que no amerita discusión ni distracción política.
¿El mes de marzo para decir qué? ¿Dirá que no aspira a un nuevo mandato, que hará cumplir su promesa de dos periodos y nunca más? ¡Nadie le creerá! Hace más de seis años dijo que sólo quería un mandato, ni un día más; que tampoco intentaría volver cuatro años después, que al terminar se iba para su casa, que el PLD tiene muchos hombres y mujeres capaces de dirigir los destinos de la nación.
Todo lo olvidó el mismo día que se juramentó. Su discurso de toma de posesión fue reeleccionista. Modificó la Constitución exclusivamente para legitimar otro mandato. Ahora quiere un tercero, luego querrá un cuarto, y así sucesivamente hasta que se muera y no haya posibilidad de pedirle cuentas en los tribunales por sus acciones.
Danilo no tiene que hablar; solo tiene que hacer valer el mandato constitucional que habla por él y por todos los ciudadanos.
La palabra del presidente no tiene valor ni en la gallera de Arroyo Cano, donde nació.
Las visitas “sorpresas”, la no firma del tratado mundial de migrantes de las Naciones Unidas, la “elección” de los nuevos jueces del Tribunal Constitucional, la ley de partidos, la autorización a sus potros para que lancen sus aspiraciones presidenciales, etc., forman parte de la estrategia reeleccionista.
Quienes creen que el tema de la reelección terminó, que Danilo lo olvidó, que no “está en eso”, se equivocan. La división del PLD está a la vuelta de la esquina, antes o después de marzo las contradicciones se volverán antagónicas. Un pacto entre los dos grupos está cada vez más distante.
Leonel dice que no dará un paso atrás, que “bajo cualquier circunstancia, ¡e palante que vamos”! Danilo dice lo mismo, pero con el proyecto de su re postulación. Enero y Febrero serán meses claves en el PLD y en el gobierno.
Mientras llega marzo, parece que la oposición está “comiendo de la que pica el pollo”.