El presidente Danilo Medina está rodeado de francotiradores cuyo blanco es Leonel Fernández.
A partir de la decadencia del cesarismo político que encarnó Balaguer en sus controvertidos Doce Años de gobierno, el país ha visto cómo cada presidente de la República, es timado por los intereses creados que se forman en su entorno.
En su momento, Balaguer llegó a exclamar que la corrupción se detenía en la puerta de su despacho, dejando entre ver que era consciente de que su gobierno estaba plagado de corruptos. El consuelo de tontos de entonces atribuía tal situación a la invidencia de aquel mandatario, la que impedía que éste pudiere controlar la situación.
Así las cosas, se llegó a justificar alegando que era un sujeto de la historia producido por fuerzas sociales incontrolables que se unían solo en torno a su mandato, por tanto, la reelección le era impuesta por aquellas fuerzas. El entorno de Danilo pretende convencernos de algo similar.
El presidente Don Antonio Guzmán, finalizó su calvario palaciego pegándose un tiro en el baño del Palacio Nacional 45 días antes del término de su mandato, debido a la soledad del poder que le turbaba como a las amenazas del futuro presidente originadas en las supuestas indelicadezas en que había incurrido su anillo palaciego conformado por familiares muy cercanos.
Aquella presidente presa de las tribulaciones que le quitaban el sueño, no encontraba sosiego para su honradez rodeado de cortesanos que habían traicionado su confianza.
Jorge Blanco atribulado por el término de su mandato, encontró razonable traicionar a su compañero de partido, prefiriendo el regreso de Balaguer al poder antes que la asunción de Jacobo Majluta. La historia es bien conocida. Aquel presidente, luego de varias acciones caricaturescas, terminó en prisión debido quizás a que las indelicadezas que se le atribuía no se quedaban en la puerta de su despacho. De modo que tuvimos entonces un anillo palaciego ampliado, unos cortesanos pares a su jefe político.
El regreso de Balaguer significó la coronación, el éxito del anillo palaciego, en tanto y cuanto instrumento de poder de dominación sobre el presidente y sobre la nación. Así, Peña Gómez, se convirtió en el blanco de los francotiradores del Palacio Nacional de entonces. Este anillo se las arregló para impedir que Peña fuese presidente de la República.
Leonel entregó el poder en buena lid a su sucesor para pasar a sufrir suplicios que no fueron suficientes para impedirle retornar al poder, gracias a que Hipólito estreno la doctrina de que los presidentes no caen presos, en sustitución de la de Balaguer de que, si lo hacían, cuando menos en el caso Jorge Blanco. Es que Leonel mantuvo un aura resultante de una buena gestión de gobierno y de un partido unificado en torno suyo y no tuvo un anillo perturbador.
Leonel Fernández consiguió luego de un régimen de ocho años, una transición no exenta de dificultades pues su benjamín, Danilo Medina, directamente, se convirtió, en su francotirador desde palacio. Con ese ardid ha conseguido Danilo pernoctar por ocho años en palacio con un anillo palaciego que luce ahora inquieto.
Ahora se invierte la balanza, se agota el periodo presidencial de Danilo Medina, pues la repostulación luce imposible no solo por el muro constitucional que la impide sino por el bloque de oposición que se cierne sobre cualquier intento reeleccionista para 2020, como por la decisión de Leonel Fernández y de sus seguidores, de hacer que Danilo medina con su anillo palaciego y los francotiradores que posee, no puedan salir de su laberinto. El poder acumulado por estos nuevos mandarines no es para nada despreciable.
Danilo es un político siete siete, es decir, es un trabajador y armador político incansable, que dado el poder que otorga el presupuesto Nacional manejado como el monarca sin corona que es el presidente de la República, en el régimen presidencialista de una democracia en construcción con débiles instituciones, ha lanzado al ruedo político a una serie de alfiles. Pero estos no alcanzan a cuajar. Por tanto, Danilo deberá decidirse entre lanzarse al ruedo político de la repostulación llevándose de paso la Constitución, apoyar a un candidato de la oposición, o, lo que luce más sensato: apoyar sin reservas a su antiguo patrocinador Leonel Fernández.
¿Qué decisión tomará? Eso solo lo sabe Danilo Medina, pero queda claro que la opción más adecuada a su condición de hombre de partido que le debe el poder a Leonel, es devolvérselo al presidente de su partido.
Obvio, esto implicará determinar si Danilo es reo de su anillo palaciego, esto es: si será capaz de dentro de su laberinto, explicar y justificar ante sus cortesanos, que deberán apoyar a Leonel o exponerse a que la oposición política se haga con el poder bajo el riesgo de que más adelante una acusación real o supuesta los conduzca a los tribunales. De modo que habrá de sopesar lo conveniente para su grupo, los de su partido, los de la nación y su futuro político.
No cabe duda de que, aunque muchos afirman que la división de la ciudad de Santiago tiene como eje cardinal castigar la adhesión de Abel Martínez a Leonel, o la versión de que prefería a un opositor, implica no conocer la condición de peledeísta autentico de Danilo. Frente a esos temas están las declaraciones sensatas de Felucho Jiménez en el sentido de que la gloria de Danilo son sus dos periodos a agotarse en 2020 o la de Gedeón Santos en igual sentido. El PLD ha demostrado una gran vocación por el poder lo que implica que el Comité Político de su partido al poder en una balanza su futuro determinará que Leonel es la opción más sensata.
A la cordura del Comité Político juega también Leonel, pues es también un hombre de partido cuyos movimientos vienen trazados por los dictados de dicho comité político. Por tanto, no habrá sorpresa en que Danilo señale a Leonel como su continuador. La sorpresa sería que el anillo palaciego logre convencer a Danilo de dividir su partido para entrar a la aventura de la benevolencia de la oposición.
Lo cual implicaría afirmar que el anillo palaciego dirige al Comité Político. Eso sería no conocer al PLD, o bien, concluir en que el partido de la Estrella Amarilla es víctima de su propio éxito y borrado de poder ha perdido los estribos. Ciertamente, lo que ocurra con la selección de los jueces de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) será un indicio serio, grave y concordante de lo que ocurrirá. DLH-20-01-2019