En los últimos días ha tomado fuerza una idea que, desde hace tiempo, vienen abrazando importantes sectores del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), respecto a la posibilidad de apoyar una tercera opción electoral que garantice preservar su unidad interna y retener el poder más allá del año 2020, descartando una segunda repostulación del presidente Danilo Medina, y una tercera del expresidente Leonel Fernández.
Según varios entendidos en esa materia, la propuesta contaría con la simpatía del presidente Medina, quién no se opondría a respaldar un candidato emergente del PLD, sin embargo, ese planteamiento encuentra resistencia en el entorno de Fernández, debido a que sus colaboradores cercanos advierten que debe ser él, y no otro, el candidato presidencial de la organización en las elecciones del próximo año.
Desafortunadamente, la irracional y desmedida euforia por alcanzar el poder, está conduciendo a los leonelistas por un camino incierto, guiados por un peligroso sectarismo divisionista que va trazando las pautas de su proyecto presidencial.
En sus actuaciones, cada vez más desenfrenadas, los acólitos de Leonel Fernández, han radicalizando su lucha, llevándola hacia un punto de no retorno donde probablemente resulte imposible crear un espacio para el entendimiento, convirtiendo su accionar en el principal obstáculo para alcanzar la unidad y retener el poder más allá del 2020.
El radicalismo obcecado de Franklin Almeyda –por ejemplo–, está cerrando las puertas a cualquier posibilidad de dialogo que desee imponer la razón en el PLD, sin importar si su grupo cuenta o no, con la mayoría de los votos para resultar gananciosos en un proceso interno.
El leonelismo obtuso de Almeyda, no quiere entender que bajo un esquema de agresiva hostilidad, resultará difícil que Leonel, o ningún otro precandidato, obtenga un reconocimiento de sus contrarios. Y, mucho menos cuando el perdedor termine estando del lado de quienes a resumidas cuentas han sido los más afectados por esos ataques.
En las actuales circunstancias, es poco probable que las fuerzas hegemónicas que gravitan dentro del PLD, puedan ponerse de acuerdo para apoyarse entre sí, a menos que surja una candidatura distinta, sin ataduras a intereses particulares que garantice el equilibrio de fuerzas entre ambos sectores.
Es sobre ese panorama de dificultades que se impone la intervención del Comité Político del PLD, para crear un mecanismo de conciliación que permita superar las diferencias generadas por la lucha y el afán de controlar el poder a toda costa, atacando el conflicto y haciendo que prevalezca la unidad del partido, teniendo como elemento principal de solución a la alternancia, que no es más que la escogencia de una tercera opción que unifique los intereses comunes y ponga freno a la desmedida ambición que ha desatado los demonios dentro del PLD.
El comité Político, tiene la obligación de resguardar el legado histórico de Juan Bosch, anteponiendo el interés general del partido por sobre el interés particular de sus miembros; aplicando mecanismos para que, ni Danilo, ni Leonel, y ningún otro dirigente, pueda someter a la organización, a las presiones de conflictos individuales creados al margen de la institucionalidad partidaria.
El PLD, no puede convertirse en un instrumento al servicio de personas o grupos; sus líderes más avezados deben comprender que sin ellos, la organización no sucumbirá, y que de igual forma, el país continuará avanzando por el sendero de bienestar y progreso, que ellos mismos (Danilo y Leonel) han ayudado a consolidar.
Escrito por: Fitzgerald Tejada Martínez
El autor es dirigente del PLD.