En los momentos actuales la hermana República Bolivariana de Venezuela, atraviesa por una de las peores crisis políticas de los últimos años. Después de la muerte de Hugo Chavez, la llamada revolución bolivariana comandada por Nicolás Maduro, ha tenido muchos inconvenientes y no ha podido convertirse en una opción real de desarrollo y progreso para esa otrora rica nación suramericana.
Maduro como presidente de Venezuela ha tenido grandes, serias y profundas limitaciones. A eso se une el hecho innegable que desde los tiempos de Chavez, el gobierno llamado socialista del siglo XXI no ha sido del agrado de los Estados Unidos quien, con el apoyo de una torpe oposición venezolana que no ve más allá de sus narices, ha llevado un proceso de bloqueo, ataques comerciales y conspiraciones encubiertas, que ha frenado de manera brutal la economía de esa nación.
Hoy la patria de Bolivar vive, en términos económicos, un momento dramático de crisis. Y eso ha provocado un gran éxodo de venezolanos por todo el continente, incluida de manera muy especial, la República Dominicana.
No respaldo a Maduro y creo que tanto él como el chavismo, son grandes co-responsables de la degradación que hoy tiene Venezuela. Empero, creo también que la oposición venezolana tiene un alto de grado de responsabilidad en esa dolorosa situación. Su fragmentación, su falta de visión y su actitud entreguista ante los mandatos de Estados Unidos, los ha descalificado para ser la opción de cambio.
En esta semana, de manera absurda, ilógica y hasta risible, un diputado llamado Juan Gaidó, en medio de una manifestación contra el gobierno de Maduro, se ha autoproclamado como supuesto “presidente encargado” de Venezuela. Y como era lógico esperar, el gobierno de Donal Trump, también de forma absurda, ilógica y risible, ha reconocido el “gobierno de Juan Gaidó”.
Si vemos la situación con objetividad y sin tener que apoyar las acciones incorrectas del gobierno de Maduro, podemos afirmar que esa acción de los Estados Unidos al proclamar un presidente títere en Venezuela, es una forma de vulnerar la soberanía y la autodeterminación de ese país. El presidente de Venezuela no lo puede determinar ni Trump, ni una marcha callejera donde cualquiera dice que se encarga de dirigirlo. En Venezuela debe respetarse la institucionalidad, y buscar una salida negociada y pactada a la crisis política que hoy corroe a esa nación.
El Gobierno dominicano no debe reconocer como presidente a un señor irracional, que en el fondo está provocando un golpe de Estado apoyado por los Estados Unidos. Danilo y el gobierno dominicano, deben mantener una posición de mediación, ser neutral ante los dos bandos radicales y seguir poniendo el país dominicano al servicio de la concertación en Venezuela.
Hoy es 26 de enero, se cumplen 206 años del nacimiento del padre de la patria dominicana, Juan Pablo Duarte, quien fue acogido solidariamente por Venezuela, y que incluso murió en esa nación. Por respeto a la memoria de Duarte, y del propio Juan Bosch, maestro y guía del presidente Danilo Medina, y quien fue muy apoyado por Venezuela, el gobierno dominicano debe mantener la posición de buscar una salida negociada, respetando la institucionalidad y la soberanía de esa nación.
Si el gobierno dominicano apoya al golpista Gaidó, está actuando contrario al legado de Duarte y de Bosch. Deseo que Dios iluminé a Danilo Medina, para que actúe con visión y sentido progresista en esta situación.