Venezuela, siento que te ha llegado la hora de reconstruir tú democracia, alentar tús sectores productivos, superar tú crisis humanitaria, volver a ser suelo de esperanzas para tús hijos, destino de inversión para los capitales del mundo, acunadora de emprendimientos y hado turístico para todos los que deseen regodearse en tú fascinante belleza.
Estás en el momento de liberarte de los grilletes del populismo recalcitrante que ha provocado que tú gente de desparrame por el mundo huyendo del hambre, la reprensión y la miseria. Estás en las puertas del reencuentro con la grandeza, de ser la gran protagonista de tú propio destino.
Fácil no será el camino, te esperan grandes jornadas para vencer la terquedad que provoca que mucha de tú gente abone con sangre sus ansias de libertad y de progreso, pero todo lo que has hecho y haces para dejar atrás el horror, tiene que ser compensado con creces. Toda la riqueza con la que el Creador bendijo tu suelo, y el amor, la capacidad de trabajo, el talento y la alegría de la que dotó a tús hijos, te hacen la auténtica tierra prometida.
No te fíes de los que presentan la solidaridad con la que los pueblos del mundo respaldan tús luchas, con intervencionismo, porque lo hacen para ocultarte que eres rehén de un modelo colapsado, que, con la anuencia de los títeres que te han gobernado, regentea tu vida desde una anacrónico régimen de una isla del Caribe que ha subsistido parasitariamente de tús riquezas.
No te dejes engañar de los que te hablan de diálogo ignorando que los que ten han sumido en tan pesarosa oscuridad, han instrumentalizado los espacios de soluciones civilizadas para oxigenarse y seguirte oprimiendo.
No los escuches cuando te hablan de irrespeto a una voluntad popular que ellos no han permitido que se exprese, montando farsas electorales en las que se ha conculcado la participación de los opositores,y, en la que, sabiamente, con tús altos niveles de abstención, has denunciado su ilegitimidad.
Venezuela no te quieren los que son indiferentes a tu tragedia, los que se niegan a admitir que vives en dictadura, los que no denuncian las tropelías contra la libertad de expresión, los que aplauden que tengas presos políticos, los que no les importa la corrupción que diezma tús instituciones, los que no se indignan con los exorbitantes niveles de inflación que empobrecen tús ciudadanos, los que regalan tús riquezas.
Tienes que superar la confrontación que levanta el odio de clases con el objetivo de dividir a la sociedad, el mesianismo empobrecedor que frena el desarrollo de la economía, el galloloquismo en la conducción del Estado.
No dejaste atrás las viejas dictaduras para sumergirte en una nueva modalidad dictatorial.
Un país no es de los pobres,ni de los ricos ni de los clase media, es el trabajo mancomunado de todos regido por las leyes, con normas redistributivas que mengüen la inequidad.
El socialismo del siglo XXI no es otra cosa que la imposibilidad de usar las riquezas de un país para reproducir riquezas en un clima de libertad, que premie el trabajo, no la vagancia; que cree empleos bien remunerados, en vez de una sociedad que ate a las personas a recibir ayudas de subsistencia.
Tienes condiciones para exhibir un grado de ingresos per cápita de los más altos del mundo; jamás debe permitir que la ineptitud arrebate esa posibilidad.
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