El investigador dictó una conferencia en la Academia Dominicana de la Historia
El doctor Reynaldo Espinal Núñez explicó el contexto político y social en que fue escrita y divulgada la carta pastoral de la Conferencia del Episcopado Dominicano de enero de 1960 y las implicaciones que tuvo al final de la dictadura trujillista.
El investigador disertó sobre la temática en una actividad organizada por la Academia Dominicana de la Historia, en el Archivo General de la Nación, donde explicó que según refirió monseñor Hugo Polanco Brito, fue don Emilio Rodríguez Demorizi, entonces ministro de Educación y quien vivía frente al templo de las Mercedes, quien llevó al tirano Rafael Leónidas Trujillo la noticia de que se estaba leyendo la carta pastoral en las iglesias, sobre lo cual nadie del gobierno sabía.
Afirmó que de acuerdo a testimonios cuando el documento le fue leído a Trujillo por Virgilio Álvarez Pina, el dictador le expresó, en ese momento, visiblemente contrariado: “Hay que coger esto con calma. Con la Iglesia no se puede pelear”.
“Difiere de esta versión la consignada por el general Arturo Espaillat, quien afirmó: 'esa fue la primera vez que vi al viejo frenético. El resto de la familia oficial estaba en estado de schock’”. A juicio de Espinal, esta versión no deja de tener visos de veracidad dado que tal como revelara don Cucho, Trujillo dijo que quien sabía de política era María (su esposa). 'Ella me acaba de mostrar quienes son estos curas y qué debo hacer para contestarles esta vagabundería. Yo voy a manejar personalmente este caso’”, citó el investigador.
Posteriormente, Espinal Núñez relató las medidas represivas que tomó Trujillo contra la cúpula de la iglesia a causa de esa carta pastoral, en la que se le hacían profundas críticas al régimen, incluyendo la declaración de persona no grata a monseñor Lino Zanini en mayo de 1960, persecuciones, amenazas de expulsión contra obispos y otras acciones.
El expositor le dedicó su conferencia “La carta pastoral del Episcopado Dominicano de enero de 1960: sus implicaciones en el marco de las relaciones Iglesia-Estado al final de la dictadura de Trujillo. Una relectura 59 años después”, al historiador Emilio Cordero Michel, recientemente fallecido, al que consideró un paradigma de amor y respeto auténtico por la historiografía científica, y a monseñor Félix Pepén, “ejemplo de lucidez y de modestia, quien tuvo una participación destacada en los hechos”.
Explicó que en los albores de la tiranía, la iglesia dominicana acusaba rasgos de debilidad institucional y que con su proverbial habilidad, Trujillo y sus asesores advirtieron de inmediato la importancia de sostener una relación armoniosa con la institución, lo que explica su temprana disposición de restaurarle los fueros, que se concretizó con la ley 117, promulgada el 20 de abril del 1931.
Recordó que un punto culminante en el afianzamiento de las relaciones entre la iglesia y el régimen de Trujillo fue la firma del Concordato en el 1954.
“Ya en el 1955, al cumplirse el primer año de la firma del Concordato y a los 25 de la Era, el padre Zenón de Aza Castillo escribe desde Roma un resonante artículo mediante el cual propone, por primera vez, que se otorgue a Trujillo el título de “Benefactor de la Iglesia”, recordó.
Manifestó que en el 16 de junio de 1959, apenas dos días después del arribo de los expedicionarios de la “Raza Inmortal”, por las montañas de Constanza, el papa Pío XXIII designó como nuncio apostólico a monseñor Lino Zanini, quien sustituyó en esas funciones a monseñor Salvatores Siino.
“La actitud de Zanini no fue grata al régimen desde sus inicios. Las instrucciones que había recibido de la Secretaría de Estado, la Cancillería Vaticana, eran precisas: 'conservar prudente distancia y mantener frìas relaciones con Trujillo y su régimen’”, dijo.
Agregó que posteriormente sacerdotes, seminaristas y laicos se articularon con intencionalidad conspirativa y de agitación clandestina en el movimiento denominado “Acción Clero-Cultural, en el que participaron jóvenes como Rafael –Fafa– Taveras, Francisco Aníbal González y su primo Ezequiel González y los seminaristas Ramón Pons Bloise, Hipólito Medina, Vinicio Disla y Luis Ramón Peña González (Papilín), “un mártir de la Iglesia y de la patria”, Mariano García, de Moca, y el padre Ercilio de Jesús Moya.
Dijo que el mencionado movimiento expandió su radio de contactos en Santo Domingo con Iván Álvarez, a través de Rafael –Fafa– Taveras, La Romana, San Pedro de Macorís y Barahona, y que se integraría, después de importantes reuniones sostenidas con Manolo Tavares, Nino Álvarez, de San Francisco de Macorís, y su esposa, la heroína Dulce Tejada de Álvarez, Pucho Tejada y otros destacados dirigentes clandestinos del movimiento 14 de Junio.
La disertación de Espinal Núñez fue muy elogiada por varios testigos de los acontecimientos, que incluso participaron en la difusión de la carta pastoral y que fueron miembros del 14 de junio.