Febrero fue el mes escogido por Francis Caamaño y sus acompañantes para penetrar en calidad de guerrilleros el territorio nacional haciendo con su ejemplo, un llamado a la lucha armada con miras a lograr el rescate de los mejores valores de la patria, a principios que no poseíamos y que aún carecemos de ellos. Estamos ante un mes de reflexión sobre el país que nos merecemos y sobre aquellos que fueron capaces de ofrendar sus vidas en aras de tan noble ideal. Nos podemos preguntar ¿qué significado tiene hoy ese gesto patriótico de inmolación?
Hoy la nación se encuentra inserta en una oleada neoliberal que nos deshumaniza con cada paso que da, unos milenials que tienen otra cosmovisión del mundo, de la patria y de los valores que sostienen la dignidad humana diferente a lo que las generaciones anteriores sostenían. Es un mundo nuevo donde la inteligencia artificial presenta nuevos desafíos a la humanidad que quizás se decanten por perjudicar aún más a los ciudadanos vulnerables desde la óptica económica.
Desde la filosofía del derecho constitucional, se nos dice, que nos adentramos en un mundo donde los valores, los principios y la ética tienen prioridad sobre el lucro, sobre la riqueza desmedidas, cuando en verdad es todo lo contrario, hoy al igual que ayer ¡Quien nada tiene nada vale!. Es decir por doquier observamos cómo el capital impone su lógica deshumanizante. Ya la noción de ciudadano ha quedado sustituida por la de consumidor desinformado.
Ahora el anhelo de todo humano, en el mundo de los objetos tecnológicos que vivimos, en la sociedad simbólica, solo desea acceder a esos objetos. De modo que la necesidad por poseer esos objetos es la fuente de delitos más acusada en la época actual.
Cómo construir un mundo diferente cuando los gobernantes se muestran dóciles frente al capital y lejos de asumir compromisos ético-morales con miras a que nos rijan principios fundados en las buenas prácticas comerciales, por ejemplo. Francis Caamaño soñó con un mundo de justicia, observó en su vida procesos contradictorios, se formó bajo una dictadura a la cual sirvió, hubo de apalear gente humilde, pero tuvo el coraje de transformarse hasta renunciar a vivir bajo un mundo injusto y luchar por otro más humano. Aquí es donde reside la importancia actual de Francis, en su capacidad para renunciar a los privilegios a que podía acceder por su posición de origen y transitar el camino hacia la inmortalidad como un humanista como un constructor de humanidad.
Es paradójico que una misma persona resuma en su haber tantos destinos y tantas personalidades trasmutadas al mismo tiempo. Y, que luego, se decidiera por la más riesgosa, por la más atrevida, por la más arriesgada. Entiendo que ese es el Caamaño que debemos recordar, un Caamaño que nos invita a poseer ideas y luchar porque se hagan realidad, aunque en el camino la mejor forma de vivir sea morir. Los milenials quizás no lo entiendan todavía, pero precisamente en esto es que trabaja la inteligencia artificial, en dotar a las máquina de cierta dosis de humanismo para que los Caamaño nunca mueran. Los llamados animes nos muestran ya que eso es posible.
Estados Unidos es la sociedad de consumo de siempre, Europa lo es pero de forma más totalitariamente hipócrita y Latinoamérica es un continente que trata de encontrar su propio espacio en el concierto de naciones del tablero mundial; China entremezcla capitalismo de Estado con capitalismo transnacional, pero fuera de todas esas borrascas, existe un mundo cada vez más humano, más basado en principios y en valores. Un mundo que se construye para los milenials y por los milenials conservando los principios que siempre han guidado a la humanidad hacia un destino mejor porque los hacedores de humanidad siempre han trillado caminos llenos de espinas porque como en las rosas, para que haya flor se requiere que primero haya espinas.
El Francis de Caracoles es uno de esos caballeros andantes que lucharon por lograr una mejor humanidad, entendemos que es un valor ético al que nunca debemos renunciar por muy fuerte que sea el llamado a consumir como ratas de laboratorio. Por muy acentuado que sea el reto que nos plantea el mundo de la inteligencia artificial y por muy deshumanizados que se encuentren los milenials.
Hoy los hacedores de humanidad poseen fusiles muy diferentes a los de Caamaño, a la forma de lucha de los guerrilleros de Caracoles, pero el objeto continúa siendo el mismo: luchar hasta lograr un mundo mejor. Obvio, sin valores, sin principios nunca llegaremos a ese fin, por tanto, debemos seguir insistiendo en que nuestros hombres públicos deberían acercarse más a lo ético que a lo material, pues un mundo basado solo en el capital económico e ignorante de los capitales humano e intelectual, conduce al caso Paya a los puntos de drogas de Baní, pero jamás a la humanización del mundo. Por eso, ¡Francis vive! DLH-3-2-2019