Es un país de maravillas para la publicidad oficial, a pesar de sus pesares.
La salud, incluida seguridad social, se compra, vende y revende: es un magnífico negocio privado para sus empresas, ARS y AFP. La educación, en grandes proporciones, es una lucrativa actividad comercial degradada y manipulada para alienar. Y el agua, vista como negocio, escasea “apota”, al estimularse la depredación minera-ambiental y la contaminación industrial.
La política es comercio privatizado. Los partidos C x A ilegales, que nunca quiebran. Las más exitosas se transforman en corporaciones. Los electores son clientes y el presupuesto nacional más el patrimonio público, incluida naturaleza, constituyen su capital originario.
Las instituciones son escenarios cautivos de un permanente negociazo político de altísima rentabilidad. Cada una tiene su dueño: Gobierno Central, Congreso, JCE, Policía, Fuerzas Armadas, DNCD, DNI, con tendencia al monopolio… Presidencia y Comité político del partido hegemónico fungen de centro articulador de todas las compras-ventas y mercados. Incluso, sus buenas iniciativas y las conquistas populares, son constantemente prostituidas.
Quienes deben fiscalizar, prevenir, perseguir y sancionar delitos de Estado y comunes, al ser parte del sistema de corrupción imperante, se han erigido en régimen de impunidad (Policía, Ministerio Público, Poder judicial y Congreso) bajo la batuta del todopoderoso Ejecutivo. Ladrones y criminales conducen la impartición de justicia.
Pero eso no es todo. Paradójicamente” somos una “Nación” sin soberanía y un “Estado Independiente” sin autodeterminación, que asume el “patriotismo” como discriminación y condena a un país vecino (pueblo incluido) más dependiente y más oprimido. Las remesas que vienen de la sobre-explotación de los nuestros radicados/as en los “países” (“primer mundo”), son recibidas como “maná del cielo”; mientras las que reportan desde aquí al vecino fronterizo la sobre-explotación de los suyos -siempre mucho menos de lo que nos aporta su trabajo- es solo un componente de una “invasión” a la que hay que declararle la guerra a lo TRUMP, al tiempo de usarla como negocio.
A los bancos le sobraron este año 87 mil millones de pesos y a los pobres le falta hasta la respiración. Sin embargo, para la publicidad oficial, somos un país maravilloso… aunque secuestrado cómo lo saben hacer los “dueños” de la Cueva de la Maravilla.
¿Acaso esta realidad podría cambiar por la vía de esta institucionalidad y sus “elecciones”? La verdad es que si las clases dominantes-gobernantes no se suicidan, las mafias menos. Son como el caimito y el zapote, no caen: hay que tumbarlas, aun sea con buenos modales.