Es cierto que “familia es familia” y que una persona no tiene nada más importante en la vida que su familia; porque es ella la que suele estar a tu lado cuando llegan las enfermedades, los fracasos y las decepciones que van dejando los amigos, la que te sufre y llora, la que te acompaña hasta el cementerio con un dolor que no le cabe en el pecho.
La familia y la política no siempre van de la mano.
El político cuando llega al gobierno tiene que mantener la familia y los amigos lo más lejos posible para cumplir con el mandato ético de la ley que condena el nepotismo, los malos entendidos, prevaricación, dolo, estafa, robo y hasta asesinatos amparados en el poder.
Sé que es difícil alejar a los hermanos, hermanas, tíos, cuñados, primos, “hermanos de crianza”, compañeros del colegio y la universidad, “amigos de toda la vida”, novias, amantes, etc., en un país donde el Estado es una piñata que se reparte cada cuatro o cada ocho años. (Dependiendo)
Cuando alguien llega a la cima del poder, no quiere bajar. Quiere seguir “subido en el palo”, chupar hasta agotarse la teta del Estado. La corrupción deja de tener límites y es necesario mantenerse arriba para evitar consecuencias desagradables en los tribunales de producirse un cambio político decente.
La declaración jurada de bienes que hace el presidente y sus funcionarios, al entrar y salir del cargo, también debe abarcar esposa, suegra, hermanos, cuñados, primos, y amigos convertidos en testaferros. (Sé de hijos, hijas de ex presidentes, esposa, hermanos, amantes, primos y amigos millonarios; personas pobres antes de sacarse la lotería política)
No es mala idea investigar a los presidentes, familiares y amigos más íntimos, tan pronto terminan sus mandatos. (Amigos, relacionados, amantes y chapeadoras, bien podrían pasar por Impuestos Internos o por el departamento de lucha anticorrupción a tomarse un cafecito)
El nepotismo, es condenado por la Constitución. Pero nadie, incluyendo el Presidente, la cumple. “Será sancionada la persona que proporcione ventajas a sus asociados, familiares, allegados, amigos o relacionados”. Letra muerta; palabras que el viento se lleva entre visitas sorpresas, decretos, canonjías, coimas, sobornos, regalos en sobres lacrados, etc.
Me lleno de espanto cuándo me entero de algunos negocios con instituciones del Estado de familiares, relacionados y amigos del presidente Danilo Medina. No es ninguna novedad, al contrario, es lo que ocurre siempre o casi siempre. Es una cultura anterior a la dictadura de Trujillo, donde el nepotismo alcanzo su mayor dimensión.
Es loable que un hombre o una mujer ame a su familia, que sea leal y solidario con los amigos, que los ayude en todo momento de dificultad, pero no a costa del gobierno, porque entonces es un delito sancionado por la Constitución.
Los presidentes dominicanos creen que el país le pertenece, que pueden disponer de sus recursos de la mejor o peor manera. El presidente es lo más cercano o parecido a Dios; omnipresente y poderoso; todo lo sabe y todo lo ve. Está por encima del bien y del mal. La familia, amigos y relacionados del Dios Danilo lo integran ángeles y arcángeles que pueden disponer de las instituciones públicas para su beneficio sin ninguna consecuencia porque el poder es para usarlo y porque las oportunidades son calvas.
PD: Este artículo fue escrito antes de que Lucia Medina, ojos, oídos y voz del presidente, según sus palabras, invitara a los empleados públicos a trabajar por una reelección prohibida por la Constitución que ella como diputada, y su hermano como Presidente, se supone son garantes.