Dicen que el gobierno le está ofreciendo hasta un millón de dólares (más de 50 millones de pesos), apartamento de lujo, vehículo 2019 y otras prebendas a cada diputado de la oposición a cambio de votar por la modificación de la Constitución para que el presidente Danilo Medina pueda intentar reelegirse para un tercer periodo.
¡Es mucho dinero!
Supongo que no sólo los legisladores del PRM, Leonel Fernández, PRD y PRSC recibirán su millón de dólares; sería injusto que los del mandatario se quedaran con las “manos vacías”. Los que han multiplicado sus fortunas en más de “un mil por ciento” tendrán disponible –sin ningún problema- 200 millones de dólares, es decir, diez mil millones de pesos para hacer posible el “milagro” de re postulación. Luego habrá que conseguir, supongo que tampoco será un problema, otros diez mil millones para sobornar funcionarios electorales, generales, coroneles, tanto de la policía como de las Fuerzas Armadas, dirigentes políticos altos y medios de partidos grandes y pequeños.
El mercado de pulgas y pordioseros de la política está abierto. ¡Entren todos! ¡A reelegir la corrupción y la impunidad! ¡Danilo hasta que se muera!
No puede faltar la “logística” para imponer candidatos congresuales y municipales que garanticen el posterior control del Congreso y de las alcaldías. Y finalmente, para que Danilo vuelva a obtener el 62% que Roberto Rosario le dio en las elecciones pasadas, tendrá que utilizar recursos de testaferros, evasores de impuestos, narcotraficantes, sicarios, mercenarios y lavadores profesionales, que tanto abundan hoy día. ¡Atrás los escrúpulos!
Al igual que la hermana del presidente, estoy convencido de que el dinero no es problema. “Cuatro empresarios de los más fuertes, de los que han multiplicado por mil sus fortunas”, a la velocidad del relámpago, junto con ministros que igualmente han multiplicado sus ganancias por miles de millones de pesos, harán un “Poll Reeleccionista” de 400 o 500 millones de dólares. (No es mucho para ese selecto grupo).
Diez o quince mil millones de pesos para un negocio que dejará beneficios por dos mil millones de dólares, (mucho más, tal vez) es lo que se llama un negocio redondo. De ese modo “nos reelegiremos todos”, incluyendo los empleados públicos que ganan menos de diez mil pesos mensuales, el 57% de los “trabajadores informales” de las calles: buhoneros, chiriperos, vendedores de piñas, lechosas, perros, naranjas, aguacates, botellitas de agua, accesorios de celulares, etc., que el Banco Central incluye en sus estadísticas. ¡Hasta el gobernador del Banco Central se reelegirá otra maldita vez!
Los cuatro millones de pobres que tiene el país reelegirán su miseria. Comprarle la conciencia es lo más fácil, nada más hay que darles 500 o mil pesos, un Pica Pollo y una cerveza grande, fría o caliente, no importa.
Como dijo el diputado Danilista, la reelección ya está montada. Sobran votos. El hombre del maletín ya hizo su trabajo. Él también se reelegirá. La degradación ética y moral permitirá que esos antivalores también se re postulen.
Ahora bien. Decirlo es fácil, hacerlo, no tanto. Una acción como la que pretende el oficialismo tiene sus riesgos. Los que han multiplicado sus fortunas por mil o por dos mil, las pueden perder. (Los pobres no tienen nada que perder, en cambio, mucho que ganar si rompen las cadenas espirituales que los atan al clientelismo y el paternalismo que los humilla).
Los que pretenden reelegirse es posible que no lo puedan hacer. Recuerden que una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja. Comprar la modificación de la Constitución y luego comprar las elecciones, como se hizo hace cuatro años, no será “paja de coco”, algo así como quitarle el caramelo a un niño. ¡No! Las circunstancias nacionales e internacionales son totalmente distintas.
El guapo de Franklin Almeyda predijo hace unos días una revolución similar a la de Abril del 65 que terminó con una intervención militar norteamericana. No creo que sea para tanto, pero una cosa es cierta: Si la reelección es un hecho, en este país se desatarán los demonios sociales y populares que durante décadas han estado dormidos.