Hace más de 20 años que aprendí de los grandes sabios asiáticos de la antigüedad que la salud y las enfermedades entran por el estómago. Es decir, dependiendo de cómo uno se alimente, de la selección de la comida y otros factores aleatorios a la salud, el ser humano podría prolongar o acortar su vida.
La frase aquella de que “Por la boca muere el pez” tiene lógica y siempre ha sido una alerta para el hombre sabio, no así para los ignorantes que se pasan todo el tiempo ingiriendo comidas y bebidas tóxicas a granel a sabiendas de que corren altos riesgos de despegar (morir) cuando menos lo espera.
“De algo uno tiene que morir”, es otra frase que he escuchado decir a muchos amigos, viejos y jóvenes, tercos e incorregibles, que hoy están sepultados y olvidados. Fueron degustadores desorganizados de alimentos peligrosos para la salud, como son las carnes de animales terrestres y marinos (cerdo, res, chivos, camarones y langostas) con sabores agradables, seductores, apetitosos, pero con altos niveles de colesterol, sustancia dañina parecida a la grasa que se encuentra en alimentos de origen animal, como yemas de huevo, carne y queso. Es la causante de muchas enfermedades catastróficas.
Este comentario me surge a propósito de una investigación que da cuenta que en la República Dominicana hay 3.5 millones de personas hipertensas y un millón de ellas es a causa de la ingesta de comida insana o basura que afecta mayormente a la población más pobre y a la infantil.
Los datos están contenidos en la investigación “La comida insana en la República Dominicana”, presentada el 20 de marzo de 2019 por la Alianza por la Comida Saludable, que agrupa a seis instituciones ligadas a la salud y a los trabajadores del campo.
De acuerdo con los resultados del estudio, el 20% de las muertes que se registran en el país cada año se relaciona con el consumo de comida procesada alta en grasas, azúcares añadidos y sal. Eso significa que de cada cinco muertes, una es por la mala alimentación. Al analizar la evolución de los fallecimientos asociados a la alimentación insana, los investigadores observan que los decesos se han incrementado en un 57% en los últimos 10 años.
De acuerdo con esos resultados, el 68.8% de las enfermedades isquémicas del corazón (los ataques cardiacos o los derrames cerebrales) están asociadas a este tipo de alimentación, que además producen el 42.9 % de la diabetes, el 42.1 % del cáncer de colón, el 41.9 % de los infartos, el 11.8 % de la hipertensión cardíaca, el 6.44 % del cáncer bronco traqueal y el 4.7 % de la enfermedad crónica del riñón. Los males del corazón constituyen el 6 % de las emergencias y el 80 % de los ingresos hospitalarios no obstétricos de adultos.
Atribuye la relación a que cinco de los principales riesgos para la salud de las personas en el país están estrechamente relacionados con la comida chatarra antihigiénica y repleta de bacterias que tanto gusta a la población: presión arterial alta, glucemia alta, colesterol alto, obesidad y sobrepeso.
Revela la investigación que en el caso de las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares (las denominadas ACV), estas constituyen la primera causa de mortalidad general en el país, con más del 25 % del total de muertes registradas.
Explica que las comidas insanas “no son solo las denominadas chatarras, sino que incluyen los enlatados, comida pre cocida, refrescos, jugos envasados, cereales, snacks (bocadillos) y confitería, los cuales contienen azúcares, sales y grasas añadidas”. Dice el estudio que en los últimos 15 años el consumo de azúcar en el país se ha incrementado en un 47 % y que la dieta actual se basa en alimentos en los que predominan ingredientes añadidos que alteran las características de conservación, transporte, almacenado o precio.
Pienso que esa es la explicación de por qué las salas de emergencias siempre están abarrotadas de pacientes en largas horas de espera para lograr una cita y para ser recibidos en las consultas médicas. Tambièn es la razón de tantas muertes repentinas de personas que en un momento de su vida se consideraban sanas y luego mueren tras ingresar a las salas de emergencias o de cuidados intensivos. ¡Qué horror!