Al observar a cada integrante del séquito que forma parte del proyecto encabezado por el Arquitecto Alejandro Montás, aspirante a la candidatura a síndico del Distrito Nacional, por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), de inmediato me asalta un sentimiento de angustia ocasionado por el sinsabor de viejos recuerdos que pasan por mi mente cuando veo a gente que convivió con la francachela y el despotismo del ex alcalde Emérito Antonio Salcedo Gavilán, mejor conocido como Roberto Salcedo.
Salvo honrosas excepciones, el cortejo político que acompaña a Alejandro Montás, está prácticamente compuesto por las mismas personas que utilizó Roberto Salcedo, para favorecer sus intereses particulares y acomodarse a las bondades del cabildo, a costa del sacrificio de los peledeistas que con esfuerzo mantuvieron esa importante plaza electoral.
Durante sus tres periodos como alcalde del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, manejó esa institución a su antojo como si fuese una compañía a su servicio y de sus familiares, sus amigos cercanos y algunos acólitos políticos, mientras que la dirigencia de su partido solamente mereció escobas, fundas plásticas y rastrillos, para realizar labores de ornato como pago por sus aportes a la causa.
Esa situación de asombrosa indiferencia se prolongó durante catorce años, incluso, llegando a extremos inexplicables cuando ni en su propia campaña era posible ver a Roberto Salcedo, por lo que fue apodado “el faraón todopoderoso", debido a su escasa presencia en las actividades del partido, a las que asistía exclusivamente cuando eran organizadas por sus lacayos –los mismos que acompañan a Montás–
Lamentablemente, esa amarga experiencia que vivió la militancia del PLD, durante el reinado intransigente de Roberto Salcedo, amenaza nuevamente con repetirse si esos sectores que comulgaron con aquel despropósito, vuelven a enquistarse en el ayuntamiento escudados en Alejandro Montás.
Esta aseveración encuentra asidero cuando la prensa resalta las incidencias de un almuerzo al mejor estilo de la monarquía española, en donde el antiguo “faraón” Roberto Salcedo, aparece acompañado de su familia departiendo de forma amena con el aspirante a sindico, Alejandro Montás, igualmente junto con su familia, en un encuentro cuyo simbolismo dejó claramente establecido que si ese grupo gana la sindicatura del Distrito Nacional, todo volverá a estar entre familias.
Por consiguiente, esos que pretenden dirigir la municipalidad, ahora con Alejandro Montás, son los mismos personajes que están moralmente inhabilitados ante el partido y la sociedad, primero, porque se desconectaron de la militancia que durante tanto tiempo los aupó, y segundo, porque defraudaron a las fuerzas sociales que en tres ocasiones de dieron su voto de confianza.
La arrogancia, el egocentrismo, la simulación y la apatía del otrora alcalde, Roberto Salcedo, fueron las causas fundamentales que provocaron el distanciamiento con las estructuras del PLD, y consecuentemente, socavó su liderazgo en el electorado de la Capital, cuando “todopoderoso” pensó que sus actuaciones indecorosas no contarían con un tiempo de caducidad.
Es por cuanto, para no volver a repetir la historia, los peledeistas deben elegir a un candidato digno del respaldo de los sectores más progresistas de la organización, que pueda asumir un rol de respeto al partido, y le devuelva las esperanzas a la municipalidad del Distrito Nacional.
En consecuencia, la experiencia vivida con Roberto Salcedo, deberá servir como reflexión a los peledeistas, y muy especialmente a quienes fueron vejados por su administración, para que no vuelvan a cometer el mismo error de apoyar a personas sin compromiso partidario que cuando llegan a las posiciones solo sirven a sus propios intereses.
El PLD, tiene altas posibilidades de volver a conquistar el ayuntamiento del Distrito Nacional, pero para alcanzar ese propósito tiene que apostar a un candidato que este comprometido con la realidad que viven los barrios, sus necesidades más perentorias y sus prioridades más específicas en materia del desarrollo urbano de cada sector.
La gente se cansó de Roberto, porque perdió la capacidad de reinventarse y su discurso se volvió obsoleto al interés colectivo de la municipalidad, por esa razón, los votantes dejaron de apoyar su oferta electoral, aunque mantuvieron sus simpatías hacia el PLD, en los niveles, presidencial y congresual, lo que significa que el Distrito Nacional, continúa siendo eminentemente morado.
Aun así, para volver a conquistar el espacio perdido, la organización necesita emplearse a fondo y construir una propuesta novedosa, completamente divorciada de todo vestigio relacionado con más de lo mismo.
Escrito por:
Fitzgerald Tejada Martínez
El autor es dirigente del PLD.