Como diría el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, “sería fantástico que no perdiesen siempre los mismos y que heredasen los desheredados. Sería fantástico que ganara el mejor y que la fuerza no fuera la razón”.
Si, sería fantástico que el pueblo dominicano decidiera, de una vez y para siempre, sacar del Palacio Nacional al Partido de la Liberación Dominicana y sus delincuentes para instaurar en el país “un paraíso terrenal”.
“Sería todo un detalle” que las urnas se llenaran de votos de la oposición para terminar con esta pesadilla morada que cada vez nos cuesta más dinero y más sacrificios sólo para enriquecer a un grupo insaciable de Al Capone de la política. Sería, sin dudas, un gesto de humanidad.
“Sería fantástico” que Hipólito Mejía y Luis Abinader se pusieran de acuerdo en realizar una convención libre, democrática, donde gane quien gane, en buena lid, será respaldado sin condiciones por el otro y sus seguidores, que garanticen la unidad del Partido Revolucionario Moderno y de toda la oposición como única garantía de triunfo.
Sí, “sería fantástico” que los políticos, amantes de la paz y de la patria bien amada, como dijera el poeta, depongan actitudes partidarias, grupales o personales, que pongan por encima de sus intereses y aspiraciones, por muy legítimas que sean, al país, que se derrumba por la inversión de valores éticos y morales, por la inseguridad ciudadana, el narcotráfico, el sicariato, la corrupción y la impunidad en que lo ha sumergido el PLD.
(No basta con quemar una gorra morada)
“Sería un buen detalle” la propuesta de un programa básico de un gobierno de transición que sea discutido y aprobado por Guillermo Moreno, Minou Tavarez Mirabal, Hipólito Mejía, Eduardo Estrella, Luis Abinader, Max Puig y los principales dirigentes de las organizaciones que integran la llamada “sociedad civil”, y salieran juntos a las calles a buscar los votos para las próximas elecciones.
Así como “sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios”, también sería fantástico que sus hijos hagan conciencia de las causas de su pobreza, de su marginalidad, de su abandono, y rechacen la política clientelar o paternalista del gobierno, que no vendan su voto por ninguna cantidad de dinero o prebenda, porque la dignidad no tiene precio.
“sería fantástico encontrarse como en casa en todas partes. Poder ir distraído sin correr peligro”, algo imposible de sentir y de hacer en este país de mierda, porque nadie está seguro en ningún lugar, ni siquiera en su propia casa, debido a que los delincuentes, incluyendo los que están en el poder, nos han arrebatado las calles dejándonos presos del miedo.
“Sería fantástico no pasar nunca de largo y servir para algo. Ir por la vida sin cumplidos llamando a las cosas por su nombre” para que nadie nos coja de pendejos ofendiendo nuestra inteligencia, creyendo que nos están engañando, cambiándonos, como si fuéramos indígenas, oro por espejo. Esa época pasó hace más de 500 años. Nos merecemos un país distinto, un país para todos, un país donde el crecimiento económico se refleje en toda la gente, no en 26 familias y en un grupo de bandidos de la política.
Los dirigentes políticos, sindicales, empresariales, comunitarios, religiosos, profesionales, tienen que “servir para algo” como dice Serrat, asumiendo su compromiso social, empujando el carro de la historia hacia el desarrollo, no quedarse en su “zona de confort” viendo como el país se cae a pedazos entre sus pies. “Sería fantástico”. “Todo un gesto de urbanidad”. Y, por supuesto, de patriotismo.