El fenecido escritor y expresidente Juan Bosch, uno de mis escritores favorito, nos dejó datos interesantes de lo que ha sido la isla de Santo Domingo desde que fue descubierta por el almirante Cristóbal Colón en el 1493 y las penurias que hemos pasado desde entonces.
Repasando su obra “Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo”, escrita en Caracas, Venezuela, en 1961, he aprendido lo que significa la política y de qué fueron capaces los caudillos de aquella época para retener el poder a costa de una población indefensa, reprimida y despojada de sus tierras.
Cuenta esta obra que “la isla de Santo Domingo fue colonia española durante 300 años, de 1493 a 1795; de 1795 a 1808, fue colonia francesa y en ese lapso de tiempo fue gobernada por Toussaint Louverture, antiguo esclavo y general haitiano; de 1808 a 1821, otra vez colonia española por decisión de sus propios pobladores, no por voluntad de España; de diciembre de 1821 a febrero de 1822, fue Estado libre aunque bajo el protectorado de Colombia, con el nombre de Haití Español; de febrero de 1822 a febrero de 1844, posesión haitiana; de 1844 a 1861, Estado independiente bajo el nombre de República Dominicana; de 1851 a 1865, colonia española por tercera vez, por petición de las autoridades del país y en contra de la voluntad del pueblo; de 1865 a 1916, restaurada como país independiente con su denominación de República Dominicana; de 1916 a 1924, territorio ocupado militarmente y gobernado por la infantería de marina de los Estados Unidos contra la voluntad del gobierno y del pueblo; a partir de julio de 1924, Estado libre, por cuarta vez, con su nombre de República Dominicana”.
Acota que desde 1930, el país estuvo militarmente ocupado, políticamente sometido y económicamente esclavizado por la tiranía que encabezó Rafael Leónidas Trujillo.
Bosch escribió que “como ente psicológico, Trujillo era un enfermo producido por el medio nacional, el cual a su vez resultó envenenado desde su origen por la división del pueblo en gentes “de primera”, gentes “de segunda” y gran masa ignorada, y por el criterio de que el trabajo y la miseria deshonran y solo pueden ser personajes importantes los que heredan la riqueza y los que pertenecen al grupo de gentes “de primera”.
Decía que “estos conceptos fueron llevados a la isla por los conquistadores españoles, y como todavía rigen el orden social del país, producen individualidades psicológicamente deformes, que han dado su ejemplar más destacado en Rafael Leónidas Trujillo”.
Precisa que “la incontrolable necesidad que tiene el dictador de ser el único hombre importante, el más rico y poderoso de Santo Domingo, es la respuesta de su psique a las humillaciones que recibió por haber nacido “de segunda” y pobre. Psicológicamente, Trujillo es un producto de males llevados al país por los conquistadores de 1493”.
Entre 1902 y 1916, funcionaron alrededor de catorce gobiernos, unos provisionales, otros constitucionales, todos igualmente pasajeros. Ninguno de estos tuvo paz” (página 117).
Ahora presten atención a los siguientes párrafos de la referida obra de Bosch y verán que, tal como ocurría en aquellos años, todavía nuestra clase política mantiene el mismo código de comportamiento para alcanzar el poder:
“Conjugada con la crisis política que el caudillaje había desatado desde el 1928, la violenta crisis económica de 1929 creó las condiciones necesarias para que el presidente Horacio Vásquez pudiera ser derrotado fácilmente.
“El disgusto popular por la prórroga de poderes al presidente, primero, y por la campaña reeleccionista después, fue inesperada y violentamente estimulado por la bancarrota económica. En febrero de 1930, Horacio Vásquez era derrocado por un movimiento que contaba con la complicidad de Trujillo; en agosto del mismo año, Rafael Leónidas Trujillo alcanzaba la presidencia de la República” (pag.138).
“Trujillo tenía extraordinarias condiciones personales, energía, el sentido estricto de la autoridad, capacidad para manipular, un don de organizador, dotes de intrigante, actitud mental y física e infatigable dedicación al trabajo”. Termina la cita.
Pienso que aquel escenario tiene un parecido con la realidad política actual que padecemos. La conducta trujillista todavía está impregnada en el corazón de muchos políticos, militares y policías. Sin lugar a dudas, llevamos 500 años de atraso integral. Saquen las conclusiones.