El canto hermoso y comprometido del mundo ha hecho una pausa de silencio y dolor. Las guitarras del universo han inclinado sus cuerdas y rasgan un sonido doloroso de tristeza. Ha desaparecido una de las voces más íntegras, plenas y armoniosas de la canción bien elaborada y mejor cantada. Alberto Cortez, ese amigo-hermano que “quiso volar igual que la gaviotas y construyó castillos en el aire, a pleno sol, con nubes de algodón”, ha decido viajar al infinito y dejar su canto entre nosotros pa seguir transformando el mundo.
Alberto Cortez es un símbolo mundial de la buena canción. Un poeta de la palabra cantada. Un genio de la composición extraída con enorme calidad “desde un rincón del alma”. Con justa razón ha sido llamado el “poeta de la cosas simples”, “el canto de la cotidianidad”, el “pintor de los sentimientos”. Cada tema de Alberto Cortez es un recorrido mágico por los sentimientos, por el compromiso, por el futuro, por la transformación plena de la humanidad.
Su vida fue siempre un reflejo exacto de sus canciones. Cada verso que escribía era la imagen de un compromiso personal con el cambio y la revolución personal de cada ser humano que lo escuchaba. Sus letras llenan los grandes espacios del alma sensible, amorosa, comprometida, transformadora y visionaria.
Hay temas que muchos hemos escuchados desde niños y que forman parte de nuestra antología de riquezas de siempre. Por ejemplo, “Mi árbol y yo”, es un hermoso canto a ese amigo de la naturaleza que todos tenemos en nuestra infancia, y cuando ya caminamos a la madurez lo encontramos ahí, y con sencillez le decimos que “bajo su sombra que tanto creció, tenemos recuerdos mi árbol y yo”.
La canción “A mis amigos” es uno de lo más emotivos y sinceros cantos al valor de la amistad. Cortez define la amistad con mejor precisión, amor y realidad: “Un barco frágil de papel, parece a veces la amistad pero jamás puede con él la más violenta tempestad, porque ese barco de papel, tiene aferrado a su timón, por capitán y timonel: un corazón”.
El tema “A partir de mañana” es un canto sincero y realista de compromiso con el futuro. Cortez hace un hermoso dibujo de las preocupaciones que todos tenemos del futuro y decide que “a partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida, a partir de mañana empezaré a morir la mitad de mi muerte, a partir de mañana empezaré a volver de mi viaje de ida; a partir de mañana empezaré a medir cada golpe de suerte”.
El tema “En un rincón del alma” es un hermoso poema musical donde un hombre expresa con la mayor belleza, la gran pena de perder un amor que lo deja impactado para siempre. Las letras de esta canción, por su calidad y ternura, pueden ser parte de la mejor antología poética de todos los tiempos: “En un rincón del alma donde tengo la pena que m dejó tu adiós, en un rincón del alma se aburre aquel poema que nuestro amor creó”.
Su gran compromiso social y humano, se muestra con gran dignidad en su tema “Sabra y Chatila”, donde condena la masacre perpetrada por el ejercito israelí en contra de los refugiados palestinos en la franja de Gaza, donde fueron asesinados a mansalva unas 10 mil personas, entre ellos familias con sus hijos pequeños en brazos. Sus letras son una condena de la humanidad a ese acto inhumano:
“Aunque yo siga ausente en mi galaxia
comentando en canciones la noticia,
el ángel del horror sigue su marcha
en Sabra y Chatila.
Tal vez quiera llegar hasta mi puerta.
Quizá ya esté a la vuelta de la esquina.
Ya fue abierta la herida y sigue abierta
en Sabra y Chatila.”
Son muchas las canciones de Alberto Cortez que nos reflejan y nos recuerdan que somos seres humanos para entregarnos por los demás. Temas como “El abuelo”, “Distancia”, “Te llegará una rosa” “Como el primer día”, y “Cuando un amigo se va”, entre muchas otras, son joyas de amor y solidaridad que serán por siempre parte del deambular cotidiano, de los que no sintamos responsables de construir una nueva humanidad llena de amor, perdón, solidaridad y justicia.
No tengo la información si Alberto Cortez en su últimos días, abrió su corazón y recibió a Jesús como su Señor y Salvador. Ojalá haya sido así, pues su vida fue, en muchos aspectos, un reflejo de la bondad de Jesús. Pero desde esta pequeña isla que él tanto amó, le envío esos versos de su canción que nos ha servido de consuelo ante nuestra pérdidas de amigos:
“Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo”