El 26 de abril de cada año la comunidad internacional dirigida por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), celebra el día de la propiedad intelectual vale decir del derecho de autor y conexos y de la propiedad industrial. En el mundo anglosajón no existe esta división en dos ramas especializadas, sino que lo que existe es una idea centrada en el vocablo copyright. No obstante, lo que puede añadirse es que el idioma castellano es más rico que el inglés, por ejemplo, en lo que a propiedad intelectual se refiere.
Cada uno se inclina por la preferencia que sea de su gusto, pero luego de que los lingüistas empezasen a aseverar que el vocablo es primero y que el cerebro humano no es sino un almacén de vocablos que identifican objetos, personas e incluso que determina el conocimiento del mundo, el tema pasa a mayores. Esta discusión ha recibido últimamente un gran empujón luego de que se haya afirmado que la humanidad se encuentra en el año cero de una revolución radical en lo que a inteligencia artificial se refiere. La humanidad se encuentra en el umbral de cambios nunca vistos, ha llegado la era en que las maquinas asemejarán a los humanos, o cuando menos, serán capaces de realizar tareas propias de humanos, pero con mayor rendimiento y menor margen de error.
Esto, indiscutiblemente, significa un cambio trascendente, un cambio que requerirá de nuevos aprendizajes y de nuevos saberes, esto es: carrera o profesiones y oficios que desaparecerán o bien que serán sustituidas por otras nuevas. Ya hacia 2022 se espera que sea notoria la desaparición del coche con conductor, pues los autos serán capaces de guiarse por sí mismo, la ventaja es que se espera que disminuyan los accidentes, pero también, el dueño del auto y quien hacía las veces de chofer, puedan ocupar su tiempo entro otro asunto mientras transitan por las calles de las grandes ciudades.
Pero igual se esperan grandes transformaciones en la medicina, es como si de pronto nos enfrentáramos simultáneamente a los mundos de Julio Verne y de Isaac Asimov, lo único que, con la diferencia, de que ahora el humano está en mejor situación para afrontar su nuevo destino junto a máquinas que cada vez serán más idénticas a un humano que a una máquina.
Ahí radica la importancia de los festejos mundiales del cursante año con ocasión del día internacional de la propiedad intelectual, sabemos que varias universidades criollas realizan grandes actividades con ocasión de la fecha. Que la Oficina Nacional de Derecho de Autor (ONDA), que la Oficina Nacional de la Propiedad Industrial (ONAPI) y la Dirección Nacional de Cine conmemorarán la ocasión con diversos y particulares actos.
El audiovisual es uno de los sectores que mayor futuro presenta a corto plazo, es decir es el subsector dentro del derecho de autor que mejor se adapta y que mayor utilidad presenta en la denominada era del homo videms de que hace unos años viene hablándonos Sartori.
El tema es que la República Dominicana debe tomarse el asunto en serio, en el sentido de que, si bien tienen pocas posibilidades en el mundo de la robótica convertida en inteligencia artificial, sus posibilidades son numerosas en el ámbito del audiovisual, toda vez que nuestra isla es considerada parte integrante del paraíso, es decir oferta un escenario y una escenografía importante para fines de filmaciones de obras pertenecientes al llamado séptimo arte.
Tres renglones requieren ajustes en función del advenimiento de la inteligencia artificial: la educación, la cultura y el turismo.
Es obvio que no podremos ser competitivos, en inteligencia artificial, si nuestro sistema educativo no es puesto al día mediante políticas públicas que vayan más allá de lo tradicional, se requieren ajustes y adaptaciones importantes. Sabemos que el modelo de bachillerato actual de nuestros centros de enseñanzas se ha diversificado como nunca, pero todavía es mucho lo que falta por hacer pues nuestros profesores requieren dar el salto hacia delante que el ostracismo económico que el neoliberalismo imperante en las últimas décadas le ha propiciado.
La cultura debe resolver el problema de la disociación que se produjo en los años ochenta del pasado siglo XX, cuando, precisamente, la impronta del neoliberalismo empezó por disociar a la escuela de las bellas artes y los deportes, fue un momento estelar en que, a vistas de todos, ese modelo mostró su cara de desastre, pero que pocos percibieron porque se vendió como algo diferente a lo que realmente es, como por la irresponsabilidad de nuestros políticos. Quienes aconsejaron al pueblo comprar como nuevo un articulo viejo solo porque había cambiado su etiquetado. Ahora vemos con claridad la necesidad de incorporar a la escuela la cultura, ojalá no nos tardemos en dicho empeño.
Lo propio vale para el deporte con la diferencia de que la política neoliberal logró introducir el alcohol y los juegos de zar dentro del deporte. De modo que, en este aspecto, no sabemos cómo podrá readecuarse la función deportiva en los jóvenes cuando sabemos que el mayor ya está dentro.
Obviamente, la regeneración de las políticas públicas y la veeduría ciudadanos podrían hacer la diferencia. DHL-18-4-2019