Frecuentemente la gente me pregunta quién ganará las elecciones en el Partido de la Liberación Dominicana, en el Partido Revolucionario Moderno, incluso en el Partido Revolucionario Dominicano, el Reformista o cualquier otro. Mi respuesta es la misma: La verdad, no lo sé. No tengo una bola de cristal. No soy mago, no presido la Junta Central Electoral, ni el Tribunal Superior Electoral.
No soy presidente de la República, ni manejo el Presupuesto Nacional que me permita comprar el 10 o el 15% de los votos de quienes no sé, citando Danilo, como pueden vivir con menos de diez mil pesos mensuales.
La situación política es muy compleja. El partido de gobierno lo ha complicado todo para evitar el proceso electoral sea diáfano, donde “el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió”. La falta de institucionalidad es lo principal para poder pescar en río revuelto. Mientras menos transparencia, y más caos, mejor.
Como están las cosas actualmente este proceso no terminará bien. Las primarias de los partidos, abiertas, cerradas, por aclamación o asamblea de delegados, que es lo mismo, crearán muchas dificultades, con un árbitro que ha demostrado incapacidad para dirimir los conflictos. Luego las elecciones municipales. Otro problema, seguido de las elecciones presidenciales y congresuales. Y, casi seguro, a menos que se roben la primera vuelta como ha ocurrido en otras ocasiones, los sobrevivientes irán a una segunda y definitiva ronda, siempre en medio de la falta de transparencia y el desorden.
Hoy, en medio de la turbulencia que crea la guerra de encuestas y de papeletas, ignoro quiénes serán los candidatos. La percepción que crean las “encuestas” no siempre se corresponden con la verdad en asuntos internos. Recuerden que este es el único país del mundo donde las encuestas “a boca de urna” se equivocan, como sucedió durante las elecciones del 2012 que a las cinco de la tarde las había ganado Hipólito Mejía y a las seis, después de cerradas las urnas, las había perdido.
No sé, a ciencia cierta, si Danilo Medina logrará imponerse en el PLD. Espero que no porque de lo contrario aquí se armará la del diablo. De igual modo ignoro si Leonel Fernández será el candidato. No es cuestión de dinero. Ambos grupos tienen fortunas incalculables. Danilo y Leonel han demostrado fuerza y poder gracias al dinero acumulado, no a la ideología, programa de gobierno o arraigo popular.
Aunque las encuestas, generadora de percepción que muchas veces parecen verdades dicen que en el PRM el preferido es Luis Abinader, no lo puedo asegurar. A lo largo de los años Hipólito Mejía ha demostrado capacidad de convocatoria gracias a su liderazgo. Al ser cerradas las primarias, el que inscriba más gente debe ser el candidato, lo cual –debo aclarar- no asegura el triunfo en las elecciones presidenciales, para lo cual deben juntarse múltiples factores. (Por fortuna ambos mantienen una relación muy cercana desde hace muchos años que parece los mantendrá unidos políticamente)
Predecir quién será candidato en cualquiera de los partidos en estos momentos es imposible. Asegurar quién será el próximo presidente de la República es una aventura peligrosa en un país como el nuestro donde nada es como debe ser porque la Constitución es un pedazo de papel de inodoro y las instituciones desaparecieron en manos del partido oficial.
Como he dicho otras veces, las encuestas que se hacen en este país, cuya procedencia ignoro, no me preocupan, ni me orientan políticamente, porque en la mayoría de los casos, el que las paga, las gana. Por eso no sé quién ganará, ni quien perderá. Los hechos lo dirán. Los plazos de ley se acercan. En poco tiempo estará definido en los partidos. Ojalá que los leales perros de Franklin Almeida ni los de Peralta que dicen ser más bravos y leales, no muerdan a nadie.
La raya de Pizarro está trazada. Leonel tomó un lado, Danilo el otro. El PRM tiene dos ambulancias; una conducida por Hipólito y la otra por Luis para recoger a los heridos de la guerra entre el guardián de la Constitución y el violador de la misma.
Una preocupación final: La Junta Central Electoral no le está dando confianza a la gente, lo cual es un serio problema. Actuar en contra de la Constitución y de la ley para darle ganancia de causa al PLD en lo referente al arrastre, pone de manifiesto el poder de ese partido en todos los tribunales y cortes, so pena de ser sometidos a juicio político.
Otro elemento altamente inquietante son las declaraciones de generales retirados de las Fuerzas Armadas y la Policía, que se supone deben estar al margen de la contienda. No deja de ser trascendente la compra, ya de manera pública, de diputados sobornándolos con 20 y 25 millones de pesos y vehículos de lujos entre otras prebendas, poniendo de manifiesto el deterioro político y la inmoralidad del presidente Danilo.
En la República Dominicana puede ocurrir un desenlace violento. Danilo está dispuesto a que entre el mar y se hunda la isla si no le permiten mantenerse en el poder indefinidamente, hasta que se muera, en tanto que Leonel también prefiere que se hunda aunque nos ahoguemos todos.
La situación es cada día más compleja y difícil. Con los políticos del PLD matándose y una JCE inhabilitada como árbitro por sus propios hechos, todo puede pasar, hasta un golpe de Estado cívico-militar, de lo cual ya se habla en determinados círculos, o un autogolpe perpetrado por el presidente Medina.
Ante esa incertidumbre, que nadie sabe lo que pasará o puede pasar, tengo unas ganas enormes de ir al Parque Independencia, y desde el Altar de la Patria, autoproclamarme presidente de la República, ahora que está de moda, reclamando ante los chinos mi vieja condición de militante “maoísta” en los años duros cuando el “el libro rojo” era algo tan sagrado como la Biblia de los cristianos.