La brecha social es hoy más preocupante que nunca. Hay ricos, de nuevo cuño y tradicionales, pero la miseria crece a ritmo agigantado. No hay igualdad social a la vista. Los parámetros de medición hoy son más terribles que en decenios pasados.
Casi se van uniendo las capas medias y de proletarios. Los bajos salarios, la falta de educación, la ausencia de riquezas en la gran multitud, van proletarizando a nuestra sociedad.
Bueno, quizás lo correcto no es pensar en que la clase media llega a descender a ser proletario, sino que surge un segmento del abandono económico que es el chiripero de nuevo cuño, que ahora a los teóricos les gusta llamar los de economía emergente, los emprendedores, los informales.
Son identificaciones bonitas y llamativas para tapar una realidad. El desempleo crece en el país, cientos de miles se tienen que lanzar a las calles a buscar su comida, sea como vendedores de chucherías o moto-conchistas.
Las facilidades de empleos informales que daban los sectores bajos de la clase media han desaparecido. Las trabajadores domesticas solo venden su mano de obra en la capa alta de la sociedad, y las niñeras, no son empleadas por los que ganan salarios en una pequeña proporción por encima del mínimo.
La solución a los males de esta sociedad no son ni los emprendedores ni los informales. Hay que pensar en por lo menos un capitalismo menos feroz, de rostro más humano. También que a los cargos del sector oficial se pueda llegar sin tener en la mano el carnet de un partido político. Los que no tienen capital están acorralados, con la soga al cuello.
La sociedad dominicana está atrapada y sin salidas. Solo una amplia revaloración de nuestro presente, y el diagnóstico con cara al porvenir, podría ser un paliativo. Habría que preguntarse con toda seriedad y objetividad si en el país muere gente de hambre.
Si vemos en cualquier rincón de la ciudad a los indigentes durmiendo en las calles y buscando alimentos desechos en los zafacones, no sería una fantasía pensar que sí, hay dominicanos que podrían morir de hambre, o de enfermedades que no pueden ser tratadas a tiempo.
Hoy para enfrentar los grandes males de la sociedad se necesidad un frente unitario, de empresarios y sectores sociales en general. Lo partidista debe quedar fuera. Se trata de dar un salto adelante, para salvar a un conglomerado social que agoniza. No hay a la vista estallidos sociales, pero si el entierro de una generación que no tiene fuerzas para seguir adelante. ¡Ay!, se me acabó la tinta.