Cuenta la mitología griega que Sísifo fue sentenciado por los dioses a cargar una enorme piedra hasta la cima de la montaña, desde donde esta volvería a caer por su propio peso para que Sísifo nuevamente la cargara y así, repitiera su castigo hasta el infinito.
Un mito cuya lección habla de lo absurdo del esfuerzo sin perspectivas aplicable a la pasión de los políticos dominicanos en el poder a pretender reformar la constitución para reelegirse como a la de los de la oposición por impedirla; como una maldición convertida en núcleo duro de la actividad política nacional, como si este fuera el objeto de todo mandato constitucional que reciben al juramentarse en su cargo de inquilinos en el Palacio Nacional, en donde los políticos repiten la historia en un círculo vicioso de esfuerzo y fracaso gracias a un sistema impuesto por otros dioses llamados, indistintamente: ambición, corrupción, envidia, temor a salir del cargo por las bellaquerías hechas a otros y un largo, etc.
Entre Danilo Medina y Leonel Fernández existe un símil muy parecido al que condujo a Don Antonio Guzmán a pegarse un tiro. Pero esta vez, entendemos que la nación toda, debe reivindicar los valores constitucionales de la misma forma en que se ha interpretado en Estados Unidos: defendiendo la palabra del fundador y respetando la Constitución. Quienes entiendan que se han portado tan mal que de salir del poder irían a la cárcel deben asumir la responsabilidad por sus actos e igual quienes se hayan portado tan bien, quienes como dice Hipólito Mejía, le hayan cogido gusto al carguito, deberán renunciar a tal privilegio por ser antidemocrático. La mentira de que si salen perderán sus puestos más de medio millón de dominicanos debe cesar, pues la mayor parte de los que estaban en 1996 siguen ahí así como la mayor parte de los que estaban al 2012. Quienes sí saldrán son los del gabinete de Danilo y Danilo, es decir aquellos que han hecho uso y abuso del poder, no por esta razón sino porque una nueva administración tiene derecho a conformar nuevo gabinete, aunque no así a lesionar los derechos de quienes no forman gabinete, es decir los puestos políticos, según la ley cesan pero no los demás. Esta es una garantía de la ley y de la Constitución. Por igual, cesan los mandatos a términos sean estos de órganos colegiados o consejos o cargos electivos, pero no porque se instale una nueva administración sino porque son mandatos a término.
El mito se repite de modo tal que es difícil encontrar un líder de la oposición que favorezca la reelección a menos que haya recibido una jugosa oferta desde el gobierno para variar su posición, por igual, será difícil encontrar a alguien en el poder que no anhele reelegirse. Situaciones como estas en Grecia como en Roma dieron al traste con sus respectivas eras republicanas. En la historia dominicana, la situación es similar nuestra democracia no se ha podido consolidar en razón a que sus supuestos defensores son quienes más conspiran con ella.
Es por esta razón que consideramos que el principio de no reelección, ha de introducirse en nuestra carta magna con carácter pétreo. Pero como estamos en la era del neoconstitucionalismo, es decir con un estado social y democrático de derecho, este principio debe ser establecido desde el plano moral, esto es: como un principio de valor ético-moral a ser respetado por todos. Similar al que existe en Estados Unidos donde la palabra del fundador del Estado y primer presidente de aquel país George Washington, se pronunció en favor de dos periodos gubernamentales y nada más. Pronunciamiento que se convirtió en principio tan solo por respeto al padre fundador.
En la República Dominicana los demagogos no solo hacen daño a la Constitución sino a la democracia, al estado de derecho, a la economía, a los derechos sociales, a la estabilidad de la república, sino que también, han propiciado grandes catástrofes nacionales y abiertas las puertas a las intervenciones nacionales como a las dictaduras. Con su continuismo Pedro Santana creó las condiciones para la anexión a España, es decir para matar la república, Ulises Hereaux provocó la pérdida de territorio y la muerte de la democracia, Horacio Vásquez dio nacimiento a la dictadura de Trujillo, los golpistas del 63 le produjeron al país la vergüenza de la intervención estadounidense de 1965 y la masacre de la juventud dominicana bajo los Doce Años de Balaguer.
Hasta donde sabemos, el presidente Medina, es un demócrata, es un peledeista formado dentro de ese partido, por tanto, sabe que se debe al pueblo, a los principios boschista, a la democracia. Si decidiese prestar oídos a quienes pretenden apartarlo de ese camino arruinada su buena obra de gobierno como los principios de su partido, se pondrá contra la Constitución solo por favorecer la voracidad de grupos enquistados en las mieles del poder que nada tienen que ver con el peledeismo autentico.DLH-24-5-2019