La Mesa Intersectorial de Masculinidades Positivas, de la que forman parte el Centro de Estudios de Género del INTEC, organizó el ¨Taller sobre Estrategias para las Masculinidades Positivas”, para analizar sobre diferentes contextos de expresión de las masculinidades en el país
SANTO DOMINGO. -La construcción y el ejercicio de una masculinidad diferente es una necesidad urgente de la sociedad dominicana para disminuir los niveles de violencia y los feminicidios, que colocan a República Dominicana en tercer nivel de incidencia en la región.
Por ello, la Mesa Intersectorial de Masculinidades Positivas de la que forma parte el Centro de Estudios de Género del Instituto Tecnológico del Santo Domingo (INTEC), organizó el “Taller sobre Estrategias para las Masculinidades Positivas”, en que entidades públicas y privadas profundizaron reflexiones en torno a diferentes contextos de expresión de las masculinidades, con miras a superar la opresión patriarcal que afecta a la sociedad.
La actividad sirvió de escenario para profundizar sobre la importancia de las políticas sociales para el desmonte del paradigma vigente de la masculinidad hegemónica y violenta.
Mariela Jáquez, encargada de Capacitación y Extensión del CEG-INTEC, apuntó a que se deben de diseñar y poner en marcha estrategias que den paso al reconocimiento de formas diversas de masculinidades, que se distancien de los patrones hegemónicos vigentes, de forma que puedan contribuir a cambios en los imaginarios de genero para un certero y oportuno posicionamiento institucional que dé lugar a nuevas formas de relacionamiento concebidas desde los hombres entre sí, entre hombres y mujeres y en la sociedad en general.
Para Jáquez, en República Dominicana existe una falta de información y análisis sobre las masculinidades, por lo que reclama de investigaciones que tomen en consideración los elementos definitorios de la construcción de masculinidades.
“El reto está en la exigencia tanto al ámbito académico como de las organizaciones para que este tema ocupe el lugar que le corresponde y de esa manera contribuir al posicionamiento de nuevos referentes de masculinidades en el país”, puntualizó Jáquez.
De su lado, Jhoan Almonte, del CEG-INTEC, entendió que la expresión de la violencia no es de los hombres en sí mismo, sino de la masculinidad hegemónica en que estos se forja, y que permea la asignación de los roles sociales tradicionales. “Los grupos o movimientos de hombres que se deben promover son aquellos que buscan el cambio hacia la igualdad de género y no los que buscan mantener o reproducir la opresión patriarcal”.
Sobre la mirada feminista, dijo que no se debe perder de vista el poder y la ocupación de cada sujeto dentro del sistema. “No culpar, pero si pensar con responsabilidades”, dijo Almonte, quien apuntó sobre la necesidad de impulsar la masculinidad no hegemónica ejercida en función de una construcción hacia una cultura no violenta.
El especialista identificó varios tipos de masculinidades, entre ellos: la hegemónica; masculinidad como poder, que tiene un espacio privilegiado en lo social y una perpetuación de vínculos de dominación con otros hombres y hacia las mujeres; y la masculinidad como huida de lo femenino, donde hay devaluación de lo femenino.
Por su parte el licenciado Eduardo Houellemont del MSP, dijo que los temas de masculinidades deben incluir, además de la preocupación por el comportamiento violento de los hombres, la procura de servicios de salud, autocuidado de los propios varones y un acompañamiento afectivo hacia ellos y sus familias.
“Es importante que las instituciones generen políticas que permitan el involucramiento de los hombres en el hogar y en la crianza de los hijos e hijas”, citó Houllemont.
Mientras, Fernando de la Rosa, de Profamilia, planteó que la socialización de las conductas violentas a través de la música, se asocian a las ideas e imágenes que el individuo absorbe e incorpora en el cerebro y que las va naturalizando durante toda su vida, aprendiendo que este tipo de comportamiento es normal.
Existe un círculo vicioso entre aquellos temas musicales que reflejan la violencia de parte de los hombres hacia las mujeres y el reforzamiento de esta problemática al ser cantada. “Las canciones violentas aumentan los sentimientos de hostilidad en los jóvenes, y esos temas musicales se pueden usar para educar, problematizándolos en las aulas”, dijo de la Rosa.
Aportes y políticas públicas
Para la construcción de las masculinidades positivas, Carlos Campillo, del Ministerio de la Mujer, entiende como necesario una coeducación y cambios legislativos; modificar leyes de licencia de paternidad y leyes de no discriminación e igualdad.
“Impulsar la participación de los hombres en las labores del trabajo doméstico no remunerado y la construcción de una paternidad activa”, son algunos de los elementos a tomar en cuenta, según Campillo.
De su lado, Manuel Campos, del Ministerio de la Mujer, resaltó que, para fomentar las políticas públicas con responsabilidad en la igualdad, se debe propiciar la participación de la mujer a todos los niveles, subrayando que en esa dirección la clave está en la educación inclusiva, participación social y política y procesos evaluativos que garanticen la implementación de políticas públicas con perspectiva de género.
Dentro de las políticas más relevantes, Campos identificó la política de seguridad ciudadana, prevención de violencia, de protección de los derechos sexuales y reproductivos, y de las autonomías física y económica de las mujeres.
Sobre la Mesa Intersectorial
Dentro de las instancias que integran la Mesa Intersectorial de Masculinidades Positivas se dieron cita en el evento: los ministerios de Salud Pública, de Educación, de la Mujer, la Dirección de Equidad de Género y Desarrollo del Ministerio de Educación (MINERD), el Programa Progresando con Solidaridad (PROSOLI) y la Asociación Dominicana Pro Bienestar de la Familia (PROFAMILIA).
Además, el Instituto de Investigación Género y Familia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional de la Salud (INSALUD).