Hay un refrán popular que establece que “nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer”. Y eso parece aplicarse, con exactitud meridiana, a la situación que vive el PLD y sus dos grandes líderes, Danilo Medina y Leonel Fernández.
A pesar de la voces agoreras que cada día dicen que esa organización se va a dividir, que esos dos líderes no se van a entender por que el enfrentamiento actual ha llegado demasiado lejos, lo cierto es que cada vez que ellos dos tienen un compromiso de cara a la sociedad, ambos se ven intercambiando ideas, conversando de manera animada y compartiendo como dos hermanos parte de una familia.
Cada vez que se convoca una reunión del Comité Político, el país se siente en expectativas y esas voces agoreras dicen que hasta ahí llegó todo, que sucederá lo peor. Y no pasa nada malo, por el contrario, siempre Danilo y Leonel están sonrientes y hermanados, disimulando con acierto sus diferencias y profundizando con visión sus similitudes. El pasado jueves, para el Congreso Extraordinario del PLD donde se adecuaron los estatutos de esa entidad política a la nueva Ley de Partidos, ambos compartieron un buen rato antes de salir para el centro olímpico, con chistes y bromas incluidos, llegaron juntos en una guagua, subieron juntos al presidium, fueron aplaudidos juntos por los delegados, se pasaron la actividad casi entera hablando y compartiendo ideas y, al final, se tomaron de la mano y la alzaron en señal de unidad y de victoria.
Y es que no me cansaré de afirmarlo: Danilo y Leonel son dos líderes que tienen un gran sentido de la historia. Saben actuar ante las circunstancias. Saben medir las consecuencias. Saben sumar y no restar. Saben multiplicar y no dividir. Saben poner sus intereses personales por debajo de los intereses generales de su partido y del país. Saben ganar los dos, pero también saben perder los dos. Y ninguno de los dos dará un paso para dividir el PLD y de esa manera irrespetar el legado del gran maestro de ambos, el profesor Juan Bosch.
En estos momentos, justo cuando deben decidirse muchos elementos de acuerdo a la nueva regulación electoral, vientos de unidad y de victoria se sienten en el PLD. Aunque siguen las diferencias, aunque el sector danilistas insiste en modificar la constitución y el sector leonelista se opone, aunque hay posiciones muy sectarias de ambos lados, al final del túnel se ve la luz de la comprensión y de la unidad.
Danilo y Leonel están obligados ante la historia a pactar, a entenderse, a ponerse de acuerdo para que el PLD siga en el poder, para que el progreso de la nación continúe, para que la estabilidad política y el crecimiento económico no se afecten, para que ese partido siga cumpliendo la misión histórica que le dejó Bosch como legado, para que el país dominicano no pase a ser dirigido por otras fuerzas que no saben gobernar y que pueden retrotraer la nación muchos años.
Vientos de unidad y de victoria se perfilan en los rostros de Danilo y Leonel, a pesar de las diferencias y de los criterios encontrados. Ambos sabrán ceder en el momento preciso para que gane el proyecto político que los sustenta y la nación que los quiere y valora. Y todo por una simple razón: Danilo y Leonel tienen sentido de la historia.