El 16 de agosto del año 2002, la ciudad de Santo Domingo, en la parte que corresponde al Distrito Nacional, estrenó por primera vez en su historia un síndico del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), honor que correspondió al humorista Roberto Salcedo, quien concitó las simpatías de los votantes con una oferta electoral esperanzadora que prometía transformar a la ciudad primada de América, en una Ciudad Posible.
Ese mismo año, luego de instalado el nuevo cabildo capitalino y cónsono con la expresión de hacer una Ciudad Posible, me dirigí a la unidad de proyectos especiales del ADN, para tramitar una propuesta fundamentada en la creación de un departamento técnico destinado a reclutar jóvenes provenientes de las escuelas para ser capacitados en temas medioambientales a través de un programa de educación cuyo propósito era su integración al proceso de readecuación municipal que pretendía implementar el ayuntamiento.
Es entonces que entra en funcionamiento el programa Jóvenes por una Ciudad Posible, una idea comprometida con el desarrollo de la sociedad, encaminada a combatir el grave problema de la basura que generan los barrios de forma descontrolada y sus terribles consecuencias sanitarias, mediante la creación de una cultura ciudadana comprometida con su futuro e interesada en adquirir los conocimientos necesarios para romper con el círculo vicioso que sumergía a la municipalidad en el abandono y la arrabalización.
La iniciativa ambicionaba la formación de un cuerpo semiautónomo sustentado en políticas de alianzas con organismos internacionales especializados en temas de juventud, municipalidad y medioambiente, para garantizar la sostenibilidad de los procesos de formación, ejecución y desarrollo del programa.
Asimismo, pretendía ser administrado exclusivamente por jóvenes con edades entre 18 y 25 años, provenientes de las escuelas públicas y colegios privados, previamente seleccionados de tercero y cuarto año del bachillerato, mediante un protocolo de ingreso cualificado derivado del perfil académico y la vocación de cada estudiante.
En seguida, los jóvenes que aplicaban para el programa pasarían a formar parte de un equipo denominado: Voluntariado Escolar, pero antes debían ser instruidos en conocimientos básicos acerca de manejo, clasificación, reciclaje y disposición final de los residuos sólidos, para luego ser enviados en delegaciones a impartir charlas de orientación ciudadana en los distintos sectores para crear una atmósfera de conciencia social comprometida.
En su primera etapa, la propuesta estaba diseñada para ser aplicada como un plan piloto en los barrios: Simón Bolívar, Las Cañitas, Capotillo, 24 de Abril, Gualey, Los Guandules, La Ciénaga y Guachupita, en donde las brigadas del voluntariado escolar apadrinado por el departamento de juventud del ayuntamiento realizarían visitas a los hogares dentro del perímetro de cada recinto escolar del que provengan.
También, contemplaba varios renglones de incentivos que servirían de compromiso entre el ayuntamiento y el voluntariado escolar; por un lado, el cabildo crearía las condiciones para brindar soporte a los jóvenes a través de becas universitarias, becas de formación técnica (locales y extranjeras), bonos de consumo para comprar útiles escolares, bonos de consumo para comprar alimentos y bonos de transporte para utilizar el sistema público estatal, de modo que tuvieran herramientas para continuar desarrollándose.
Mientras que por otro lado, cada miembro del voluntariado escolar debía realizar labores de educación ciudadana y supervisión del entorno donde residía (calles, callejones y cañadas), para evitar la colocación de basura en lugares y horarios que no estuviera previsto la llegada de los camiones recolectores.
Desafortunadamente, luego de un dilatado ejercicio municipal, y ejecutada, esta y otras importantes iniciativas, el PLD, terminó perdiendo las elecciones en el Distrito Nacional, y posteriormente, la administración que comenzó en el año 2016, terminó abandonando todo lo que se había avanzado y concentrándose en asuntos menos relevantes que condujeron nuevamente a la arrabalización de la ciudad.
Actualmente, al presentarme como precandidato a regidor del PLD, aspiró a ser favorecido por el respaldo mayoritario de los munícipes de la circunscripción, no.3 del Distrito Nacional, y desde la sala capitular junto con mi partido volveré a impulsar iniciativas que involucre a los jóvenes en labores de rescate del patrimonio cultural, la ética y las buenas costumbres.
Estoy plenamente convencido de que nuestra principal misión –lejos de supervisar zanjas y bacheos de calles–, será trabajar encarecidamente en proyectos que contribuyan con el desarrollo integrar de los sectores sociales, juntas de vecinos, clubes de amas de casas, clubes deportivos y culturales e iglesias, promoviendo políticas municipales de aplicación comunitaria que repercutan en provecho del bienestar colectivo.
Fitzgerald Tejada Martínez
El autor es dirigente del PLD.