El amor a la patria debe estar, y permanecer, por encima de todas las circunstancias y adversidades. Quien menosprecia y echa a rodar el buen nombre del terruño donde nació, creció y echó raíces, no merece la más mínima consideración de sus semejantes.
Por más difícil que pueda tornarse la situación, por más contrariedad que se tenga con algún hecho, nunca podemos denostar nuestro país con epítetos que pongan en entredicho la condición de ciudadanos de una nación soberana.
Últimamente se han escuchado voces que pregonan horrores respecto a la situación que se vive en República Dominicana. Esa gente que se expresa y que “embarra” las redes sociales con párrafos zahirientes y manifestando que se van a “largar” de este país, “porque ya la delincuencia está insoportable”, entre otros temas, pues habrá que empujarlos a que hagan realidad lo que pregonan.
Por más enconada que sea la posición que cada cual tenga con decisiones emanadas desde las instancias de poder, nunca habrá razón valedera para expresarse en tonos descompuestos y desafiantes. Pero mucho menos echar lodo a la honorabilidad y laboriosidad de todo un pueblo que se esfuerza por tener un mejor futuro. El respeto mutuo debe perdurar, por encima de todas las circunstancias.
A propósito del caso de que fue víctima el ex bigleaguer David Ortiz, y de los reportes sobre fallecimiento de vacacionistas en centros turísticos, algunas personas que dicen ser dominicanos se han pronunciado contra este país con frases que rayan en la mediocridad.
Calificativos de toda índole han rodado por las redes sociales, poniendo a República Dominicana como lo peor de lo peor. Y todo porque –según quienes así piensan- en torno a esos casos la autoridad no ha actuado con la rapidez exigida. Con relación a quienes desde el exterior opinan tirándonos lodo en estos momentos, pues tiempo habrá para que reflexionen y entiendan que en ocasiones hay propósitos explícitos solo por provocar daños.
Demás está decir que el que quiera largarse que lo haga, porque antes que nada, y por más difícil que sea la situación, está el amor por nuestro país, y por encima de todas las adversidades debemos guardar respeto por este nuestro terruño.
Por más enconadas que sean las divergencias, estas nunca deberán poner en entredicho el buen nombre de República Dominicana como nación y como nuestro hogar, por encima de todas las confrontaciones y adversidades.
Demás estás decir que el principio de la autoridad siempre habrá de merecer respeto, por encima de todas las contrariedades que se puedan dar. Tener un punto de vista distinto al de una institución o un funcionario en particular, a nadie da derecho a expresarse en forma descompuesta y desafiante en su contra.
Nadie debe estar por encima de la ley, ni mucho menos considerarse protegido por instancias de poder, y por ello meter miedo por lo que alguien se atribuya con autoridad para reclamar.