El turismo constituye la principal fuente de ingreso de divisas de la República Dominicana. Y es deseo de todo buen dominicano fortalecer los diferentes polos con atractivas obras y competitivas ofertas. Inclusive que se puedan crear nuevos polos, porque playas y recursos naturales tenemos de sobra, con la finalidad de convertirnos en el principal destino de la región para extranjeros vacacionistas provenientes de diferentes continentes.
Pero es un tema que no se debe de politizar. Se politiza —a veces hasta de forma inconsciente— cuando se alega que nuestro país es víctima de una campaña de descrédito para dañar el principal soporte de su economía. Se supone que si hay una campaña alguien debe de estar detrás de la misma. ¿Quién está detrás de esa campaña? Hasta el momento nadie, ninguna autoridad, ninguna persona, ha identificado al responsable, al autor intelectual, de esa “campaña”.
Y no señalar al o a los responsables de esa “campaña” revela una especie de delirio de persecución. Si nuestro turismo ha sufrido algún daño vamos a establecer las causas objetivas y procurar corregirlas. Ya no es ningún secreto en el exterior la inseguridad ciudadana que prevalece en la República Dominicana, aspecto que de una u otra forma daña nuestra imagen.
En otras entregas he solicitado —Y hoy repito el pedido—: ¡Qué me señalen una sola dama que salga a pie de su casa hacia el trabajo o hacia la universidad que no haya sido atracada! No conozco una sola. Sumemos a la inseguridad ciudadana el atentado criminal de que fue objeto David Ortiz, acontecimiento de repercusión internacional.
Sabemos que si hay lugares seguros (seguros casi cien por ciento), esos son los denominados polos turísticos. Sin embargo, precisamente en hoteles y resorts del Este del país, se han registrado muertes sucesivas de turistas norteamericanos, casos muy extraños que deben de investigarse profunda y seriamente.
No caer en hipótesis sin fundamentos como la formulada por el empresario Frank Rainieri. Ese señor dijo que los turistas mueren producto del “todo incluido” que les motiva a comer y beber en exceso. El todo incluido no es nada nuevo, es una oferta con no menos de 20 años y no es verdad que los norteamericanos pasan hambre en su país, como para volverse locos comiendo y bebiendo al llegar a nuestros resorts.
Ni siquiera los dominicanos más pobres caen tan fácilmente en intoxicaciones alimentarias o alcohólicas, pues el organismo avisa y no más, por lo que en “Noche buena” y en otras ocasiones las intoxicaciones no son tan elevadas.
Es la investigación profunda lo que procede. No estar tampoco ofreciendo estadísticas de muertes de turistas en otros países para entonces justificar las que se registran aquí. Es una comparación poco seria. Y si se hace alguna comparación que sea de nuestro propio país, ofreciendo datos de meses y años anteriores, para así llegar a la conclusión de que lo que viene ocurriendo no es normal.
Para colmo la tensión que se vive en el país, con la amenaza latente de reforma constitucional para satisfacer la ambición de un hombre, no es un clima favorable para el turismo ni para los negocios ni para nada, porque una crisis política genera crisis económica. Se ha llegado al extremo de militarizar el Congreso Nacional, aunque al momento de escribir estas líneas se había levantado el cerco.
Danilo Medina ha hipotecado el país, al punto que hoy día la deuda externa representa más del 50% del Producto Interno Bruto, con la agravante de que no se ha resuelto un solo problema nacional. Por lo menos todavía los ingresos por concepto de turismo permiten pagar intereses del cúmulo de empréstitos, pero si colapsa el turismo trillaríamos el camino seguro de la quiebra total.