Cuando Pedro Santana rodeó con sus tropas a los constituyentes de noviembre de 1844 marcó, sin saberlo, el carácter deformado del constitucionalismo nacional.
Desde entonces la mayor parte de los gobiernos que hemos padecido han pretendido imitarlo, logrando, al igual que él, destruir el incipiente constitucionalismo nacional. Desde aquel nefasto tropel unas veces la soldadesca y otra la ambición de nuestros hombres públicos, han marcado el desarrollo institucional de la débil nación dominicana. Danilo Medina ya ha inscrito su nombre dentro de este siniestro cuadro nacional, pues lo de 2016 fue un acto de barbarie contra la Constitución idéntica a la de Pedro Santana.
La denominada Constitución de Moca de 1854 es otro lastre, pues los políticos de entonces pretendían imponerse desde la Constitución no para salvarla sino para violarla impunemente, debido a ello hubo dos reformas en ese mismo año.
Debieron pasar la anexión y la restauración para que se retornase a las guerras por la constitución, llevándose Buenaventura Báez la palma como facción contraria al partido restaurador. Pero este partido azul que combatió el autoritarismo, la anexión y el continuismo sucumbió como hoy sucumbe el danilismo-santanismo a sus insaciables deseos de poder. Solo Ulises Francisco Espaillat se mantuvo firme en una posición civilista de principios.
Pero será con Lilís que el partido azul quedará desnaturalizado y convertido en santanismo-danilismo, es Lilís quien destruyó el ideal del partido restaurador al convertirlo en una despótica maquinaria de muerte y de represión que guardando la distancia, los escenarios y uno que otro vaivén, coinciden con los despropósitos del danilismo-santanismo de hoy. Sabemos cómo terminó la aventura de Lilís por mantenerse en el poder más allá de lo que manda el canon constitucional.
Entrado el siglo XX, la tendencia santanista se refugió en Mon Cáceres y luego en la guerra por el poder de los horacistas, éstos pasaron a ser los santanitas a ultranza, es decir: quienes ocasionaron la Primera Intervención de Estados Unidos y más tarde la dictadura de Trujillo. El lastre del santanismo-danilismo es nefasto.
Balaguer dio continuidad al santanismo años después en un ambiente político caracterizado por el cesarismo político y la continuidad. A su caída Salvador Jorge Blanco estuvo tentado a hacerlo pero sin resultados. Luego, Balaguer retornó al poder y se vio claro, que más que Balaguer, el santanismo tiene por propulsor al denominado anillo palaciego, esto es: a los sectores corruptores que hacen alianza con funcionarios corruptos lo que les permite amasar grandes fortunas que luego, ante el temor de ir a prisión, buscan mantenerse en el poder o cederlo de manera negociada, como mecanismos para no ir a la cárcel y evitar que les sea confiscado lo robado.
De modo que el santanismo, hoy en día tiene como propulsor al anillo palaciego, anillo que nació con Balaguer, pues el propio Balaguer señala que con Trujillo ni siquiera los áulicos o cortesanos del régimen, podía ir más allá de donde le indicara el dictador. Por tanto, estamos ante una coyuntura política que crea el escenario perfecto para que un pequeño grupo, aupado como siempre por un sector de la oligarquía, pretenda hacerse con el poder indefinidamente. Este pequeño grupo constituye un cesarismo colegiado que suple la ausencia de clase gobernante en el país.
Con la llegada de Danilo Medina al poder, se ha creado un anillo palaciego que colegiadamente pretende pasar por encima de la Constitución, como ese grupo se ha consolidado teniendo como antecedente a Balaguer, Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito, resulta obvio que con la reelección de 2016 se consolidó en el poder constituyendo desde entonces el danilismo-santanismo.
Una observación serena del tema permite establecer que el danilismo-santanismo se encuentra en pugna o bien ve como amenaza, al anillo palaciego que se formó en torno a Leonel Fernández. De donde se infiere que el danilismo ve en el leonelismo a su mayor competencia. O, lo que es lo mismo, que bajo un gobierno de Leonel, entienden que sus intereses podrían verse afectados.
Resulta claro que el leonelismo representa a corriente defensora de la constitución bandera que comparte con la dirigencia del PRM, las organizaciones de izquierda y de derecha pequeñas y medianas y con la sociedad civil, las fuerzas populares en general donde sobresalen los choferes de Hubieres y la izquierda que representan Fidel Santana y Fidelio Despradel.
La pregunta clave es si el danilismo-santanismo logrará imponerse como históricamente ha sucedido o, si por el contrario, esta vez las fuerzas que defienden la constitucionalidad, la institucionalidad y la democracia lograran imponer a la sinrazón. De acuerdo con las ciencias matemáticas y con el ideal democrático constitucional, se las supone en minoría pero la militarización del Congreso Nacional sugiere la determinación de los grupos oligárquicos corruptores enquistados en el poder, por continuar sin reparar como en el pasado, en sí de paso de llevan consigo al a Constitución. Sin duda, una acción tal en la presente época, sería de imprevisibles consecuencias. DLH-7-7-2019