Un grupo de miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana dio un paso decisivo al confrontar de manera directa al presidente de esa formación, Leonel Fernández, acusándole de beligerante frente al Congreso Nacional.
La Real Academia Española (RAE) en su diccionario en línea define el vocablo beligerante con dos únicas acepciones: “Dicho de una nación, de una potencia, etc.: Que está en guerra”, el segundo adjetivo es “combativo”.
En primer lugar, Leonel Fernández no está en guerra contra el Congreso, por lo cual el calificativo no le viene, sino que más bien se constituye en una agresión gratuita de un grupo de dirigentes peledeístas que deberían asumir un comportamiento diferente respecto de quien ha liderado las luchas victoriosas de esa organización en al menos cinco de sus triunfos.
En segundo lugar, pienso que el adjetivo que se le pudiera atribuir a Leonel es el de combatiente por la defensa de la institucionalidad del país representada en el respeto que todos debemos—en primer lugar los gobernantes—a las normas democráticas establecidas en nuestra Carta Magna.
Un político que está arriesgando todo su prestigio y hasta su vigencia como opción de Gobierno, no puede ser descalificado con adjetivos que en el caso presente tienen el propósito de presentarlo como cabeza de revoltosos que buscan sembrar la anarquía.
El papel que le ha tocado jugar al doctor Fernández en la coyuntura actual le sitúa en el lugar donde se colocan quienes tienen sentido de la historia y saben que ésta juzga a cada cual y lo pone donde le corresponde.
De lo que se trata es de definir quién está en el lado correcto de la historia y quiénes se acomodan en el lado incorrecto por simple conveniencia circunstancial.
En este caso, quienes sí se han constituido en entes litigantes contra su propio compañero han sido los miembros del Comité Político que se guardar siquiera las formas la emprenden contra el líder que tras la muerte del fundador y guía del PLD, el profesor Juan Bosch, condujo a ese partido a cuatro victorias presidenciales y dos de medio término.
(He obviado el triunfo de Danilo en 2016, pues su posicionamiento le permitía ganar por sus propios medios, aunque Leonel también fue factor importante).
Una persona de sus dimensiones no merece los ataques desconsiderados de que fue objeto por compañeros de partido, muchas de los cuales ingresaron a un sector que ha tenido ascenso económico a través de las posiciones públicas que desempeñaron en las tres administraciones encabezadas por Leonel.
¿Quieren esos miembros de la dirección peledeísta trazar la línea definitiva? De ser así, Leonel está obligado a no cejar aunque le llamen beligerante.