El mundo estaba tenso y al borde de la tercera guerra mundial, debatiendo si el presidente John F. Kennedy lo asesinó el gobernante cubano Fidel Castro, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o la mafia italiana (Cosa Nostra).
A todos se les atribuían razones suficientes para matar al carismático gobernante norteamericano. Los cubanos porque Estados Unidos patrocinó la invasión de Bahía de Cochinos para derrocar a Fidel; la URSS porque luchaban con los norteamericanos por la hegemonía del mundo; y la mafia porque se alegaba que había ayudado a Kennedy a ganar las elecciones. Luego dizque no cumplió el acuerdo y, por el contrario, perseguía los mafiosos.
Sorprendentemente, el dictador haitiano François (Papa Doc) Duvalier anunció que fue él y nadie más quien mató a Kennedy con una magia negra de vudú. Realizó una fiesta en el Palacio Nacional, chocando copas con funcionarios y allegados, celebrando su muerte, dice Reymond Joseph, exembajador haitiano en Washington, Estados Unidos. Dijo que Duvalier alegaba que utilizó el 22 de noviembre de 1963 para asesinar a Kennedy porque el 22 era su día de suerte… Y, por supuesto, su magia negra era más fulminante ese día.
Joseph indica que Papa Doc “todo lo hacía el 22”: fue elegido presidente 22 de septiembre e investido 22 de octubre; y alardeaba haber matado a Kennedy 22 de noviembre.
El odio de Duvalier a Kennedy es porque esa administración había decidido desalojar del poder al loco dictador haitiano: apoyó la oposición y suspendió los recursos que destinaba a Haití. Los planes para democratizar Haití fracasaron con el asesinato de Kennedy. Papa Doc murió en el poder (1957-1971). Tuvo tiempo de solidificarse y traspasar el mando a su hijo de 19 años, Jean Claude Duvalier (Baby Doc). Se calcula que la dictadura mató más de 30 mil haitianos.
Un ejército de demonios
Duvalier se proclamó presidente vitalicio de una nación inculta y supersticiosa: cree ciegamente en el vudú. Tenía control absoluto con la fuerza paramilitar represiva, entrenada en Estados Unidos, los Ton Ton Macoutes.
Robert Fatton, investigador de la universidad de Virginia, explica que el dictador logró inculcar miedo en la mente de los haitianos de que era un ser inmortal, una especie de espíritu que flotaba sobre Haití. Que era la reencarnación del Baron Samedi, uno de los más terribles dioses del vudú, el señor de los cementerios, el que asecha durante las noches, dice James Ferguson, autor del libro Haití y los Duvalier.
Para ser más creíble que era el Baron Samedi, Duvalier se viste de negro y lleva un sombrero como este. Usaba el mismo tono de voz de Baron Samedi durante sus discursos a la nación.
El investigador Andreu Leak sostiene que Duvalier visitó la cueva sagrada del vudú (la Trufu Ban) y convenció a los haitianos que trajo de allá un ejército de demonios y que los alojó en el sótano del Palacio; y los usaba para destruir sus rivales. Cuando asesinaban los opositores, Duvalier pedía que le llevaran las cabezas, señalaba que podía extraer la inteligencia de sus enemigos y los convertía en zombi. Fuente: documental “La Evolución del Mal” (History Channel 2).