Mientras el dengue, enfermedad causada por la picadura del mosquito Aedes aegypti, apuntala sus endemoniadas dagas contra la población dominicana, las autoridades gubernamentales y los médicos libran una batalla mediática tratando de imponer su verdad con argumentos inapropiados.
El ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, dijo el 18 de julio de 2019 que los fallecimientos que se han producido por la enfermedad es debido a un mal manejo de parte de los galenos, versión que es refutada por estos últimos quienes responsabilizan a las autoridades de ocultar las cifras reales de decesos.
En el territorio nacional se han reportado 3,761 casos, de los cuales oficialmente se aceptan tres defunciones mientras estudian otros casos.
“Habitualmente las muertes se están produciendo por dificultades, fallos en el manejo de los líquidos y la hipotensión en que caen, sobre todo los menores de 10 años”, dijo el ministro durante una intervención que realizó la cartera en el sector La Lila, de Los Tres Brazos, en el municipio Santo Domingo Este. La jornada fue preventiva comunitaria.
La presencia de otros casos como chikungunya y virus Zika representan nuevos desafío para la salud pública. Estas causales pueden producir un cuadro clínico similar, principalmente durante la fase aguda, dificultando el diagnóstico clínico y el manejo apropiado, pudiendo desencadenar en ocasiones eventos fatales.
Un boletín del Sistema Nacional de Vigilancia, (Sinave) explica que en el 2018, “de 45 casos se notificaron 38 con causas probables de dengue y aproximadamente la mitad, 45% (17) corresponden a menores de 10 años, para un acumulado en las últimas cuatro semanas de ese mes de 176 casos probables y confirmados, de estos, el 50% (88 casos) se localizaron en los municipios Santo Domingo Este (34), Barahona (19), Santo Domingo de Guzmán (14), Santo Domingo Norte (11) y Pedernales (10).
Durante este periodo, en el 53% (30/57) de las muestras analizadas en el Laboratorio Nacional Dr. Defilló se detectó el virus dengue, en personas residentes en 13 provincias”.
En el país, se han detectado 3,433 casos desde enero y hasta el 22 de junio del 2019, frente a 1,558 en todo 2018 (las cifras no coinciden), según un boletín del Ministerio de Salud Pública, que contabiliza tres niños muertos.
Sin embargo, Wilson Roa, el polémico presidente del Colegio Médico Dominicano, asegura que puede haber hasta 27 fallecidos. ¿Quién tiene la razón? ¿Por qué no hay acuerdo en esas cifras?
El Ministerio de Salud defiende su actuación indicando que se han reforzado las medidas preventivas, con eliminación de vectores y fumigación. Es lo que procede, pero debe prevalecer la verdad en cuanto a la totalidad de los fallecimientos. No le veo sentido ocultar las cifras, si es que se están ocultando tal vez para no alarmar a la población.
Por lo visto, se ha producido una polémica innecesaria entre dos bandos tradicionalmente adversarios a muerte, momento en que la ciudadanía invade los hospitales con sus hijos ardiendo en fiebre y con síntomas del virus.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el mal es “rara vez mortal”, pero sus complicaciones pueden ser fatales y no hay tratamiento específico. ¿Y entonces?
El clima, con un aumento de las lluvias ha sido un factor importante en la reaparición cíclica del dengue, indicó hace poco el médico infectólogo Clemente Terrero, quien advirtió que las crisis con el caso se han vuelto cíclicas, porque el virus es endémico en República Dominicana. (Ver Diario Libre de fecha 18/7/2019)
Ahora bien, opino que prevenir muertes a causa de esta patología es un compromiso de todos: padres, tutores, médicos, autoridades, periodistas, epidemiólogos, comunicadores y todos los que hacen opinión pública.
Estamos acostumbrados a que el Estado nos resuelva los problemas y eso no puede continuar así. Desde que tengo uso de razón, he escuchado que para evitar la enfermedad se precisa de la prevención, aplicando medidas de higiene, tal como sugieren las autoridades.
Aún resuena en mis oídos aquella publicidad que decía: “Cloro untao, tanque tapao, eliminar los cacharros y los depósitos de agua en las viviendas, fumigar las casas, el uso de mosquiteros y fumigación”.
B
Excelente mensaje, pero mucha gente no le hace caso. Y, precisamente, son los primeros que acuden con los hijos a los hospitales y centros de salud privados en busca de ayuda. Es la cultura de la torpeza.