No es casual que haya tantas drogas en la República Dominicana, país de apenas 48 mil kilómetros cuadrados, más de diez millones de habitantes, más de 300 kilómetros de frontera con Haití, -por donde entra todo lo inimaginable- con más de 80 mil guardias y policías y no sé cuántos miles de “calieses” en los organismos de seguridad de un Estado hipertrofiado y corrupto.
La República Dominicana es una especie de “Narco-Estado”. Duele decirlo en los gobiernos del PLD. Pero es la verdad.
Reconocidos capos financian discotecas, bares, restaurantes, casinos, bancas de apuestas, colmados y colmadones, que sirven para blanquear dinero y utilizarlos para la distribución y comercialización de las sustancias “prohibidas”. Ese es, como dicen, “un secreto a voces”. Lo saben “hasta los chinos de Bonao” que ya se fueron del pueblo. Ese, sin embargo, es un tema vedado en los medios de comunicación, por peligroso.
Una nota muy breve aparecida en el periódico El Día titula dice: “Más de 38 mil puntos de drogas desmantelados”. Según los datos de la Dirección Nacional de Control de Drogas se han decomisado más de 894 –casi 900 mil- kilos de narcóticos y se ocuparon más de seis mil millones de pesos, aproximadamente 300 armas de fuego y mil vehículos, con más de diez mil detenidos. Todo eso durante apenas seis meses.
No he visto, como en México, ninguna subasta de los bienes incautados a narcotraficantes y políticos corruptos, nunca en mi vida.
La nota del diario parece inverosímil. ¡Y lo es! Si clausuraron 38 mil puntos de drogas y las ciudades, barrios y campos están saturados de estupefacientes, ¿cuántos “puntos” hay todo el país? ¿Cien, doscientos mil? Un total de 38 mil cerrados en seis meses me parece “mucho con demasiado”. ¡Un récord! ¡Llamen a la gente del libro “Güines”!
Me pregunto: ¿Dónde está esa droga? ¿En qué depósito? ¿Quiénes son los dueños? ¿Fueron sometidos a la justicia? ¿Están presos y condenados? ¿Les fueron incautados sus bienes después de que sus casos adquirieron el carácter de la cosa irrevocablemente cerrado?
Recientemente un joven dijo desde la cárcel a los medios de comunicación, que lo ignoraron, que les compraba las drogas a los miembros de la DNCD, que temía por su vida. Se denuncia que integrantes de ese órgano y de la Policía, forman parte del negocio, ya sea como dueños, codueños y protectores de los puntos donde se comercializa. (Sólo hay que caminar los fines de semana por los barrios de la parte alta de Santo Domingo para saberlo)
No dudo de la integridad del presidente de la DNCD, general Félix Alburquerque, ni de ningún oficial, pero los hechos son irreconciliables con las palabras. Pero si es cierto lo que dice, hay que felicitarlo y pedirle que se cuide hasta de sus propios compañeros.
Como se ha establecido en todas partes, el negocio de las drogas, el quinto más grande del mundo, solo es posible con la complicidad de las autoridades civiles y militares. Para los políticos que gobiernan es mejor tener a la juventud enajenada, embrutecida y cegada por las drogas, que reclamando educación, salud, viviendas, empleos dignos y seguridad social en las calles. El 23% de los jóvenes dominicanos no estudia ni trabaja. Las drogas los mantienen “tranquilos”, como “sambíes” deambulando por las calles de nuestros barrios empobrecidos. ¡Droga! ¡Droga! ¡Droga!