Me forjé en el debate. Desde jovencito dediqué mi vida a los clubes culturales y he sido un consecuente activista gremial en el periodismo, al punto que creo ser el único periodista que ha presidido cuatro de los principales instrumentos de lucha del sector. A Acroarte, dos veces; el CDP, el IPPP y Coonaprensa.
En cada etapa he debido fijar posiciones sobre asuntos importantes, en la mayoría de los casos por los principios que han normado mi vida o a las instituciones a las que he pertenecido. En cada proceso me he enfrentado a contradictores perspicaces, en debates duros. A más de 45 años en este trajín gremial, me creo un ducho polemizando.
He escuchado y respetado a mis contradictores. Muchos de ellos han terminado siendo mis amigos. En cada discusión planteo lo que creo, expongo mis convicciones, sin recurrir al golpe bajo, la descalificación personal y la mentira. Y ha sido mi actitud ignorar a quienes usan esos recursos en mi contra, para guardarle el respeto que ellos no muestran hacia mi persona.
Quien apela a recursos impropios en un debate, de cualquier naturaleza, probablemente lo hace por carecer de argumentos válidos o por el afán de cobrar notoriedad inmerecida en un conglomerado. En esta época del ciberespacio hay quienes apelan a la argucia de postear el insulto, muy probablemente por no tener el valor de decir de una persona lo que escribió o dijo un infame.
Siempre he sido una persona conciliadora, prefiero un mal arreglo a un buen pleito, pero no he sido un pusilánime que abandona sus principios y convicciones por evitar la confrontación por miedo a lo que digan.
Me he preparado para responder por mis actuaciones, sea profesional o gremial. Nunca he temido ser objeto de cuestionamientos públicos, porque al fin de cuenta, quien activa en la vida pública está obligado a actuar con transparencia.
En estos días hay muchas discusiones políticas y gremiales y mi reflexión, y mensaje, es que siempre se prefiera que el debate sea útil, edificador y persuasivo, sustentado en argumentos válidos y no en mentiras y diatribas que nada ayudan a un sano entendimiento.