El insoportable calor de estos días veraniegos amenaza con derretir a los dominicanos, y pese a las ocasionales lluvias y chubascos, se intensifica aún más por el aumento de la temperatura del ambiente político nacional.
La intensidad del calor aumenta a medida que se aproxima el seis de octubre del 2019, y sobre todo, las aguas se caldean por la entrada a escena de “delfines” y un “tiburón”, que nadan en uno de los lados del inmenso mar del Partido de la Liberación Dominicana.
Aunque el mote es de reciente designación, el pueblo dominicano ya tenía a mano los nombres de seis precandidatos a la presidencia de la República que aupaba y promovía el danilismo. Lo nuevo estaba por descubrirse y era, como se anunciaba tras las cortinas palaciegas, la entrada de un escualo a la pelea por la candidatura presidencial peledeista.
Los delfines, sumisos al dios que los dirige y entusiasmados por él a coquetear con la Presidencia de la República, habían permanecido seguros, tranquilos y a la expectativa, lanzando a los cuatro vientos agravios, deslealtades e infortunios al presidente del PLD y ex presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, con el objetivo primordial de liquidarlo políticamente.
Estos muchachos de mandados, al parecer, no cumplieron con la encomienda, y ahora, ante sus ojos, ven surgir al tiburón, quien desde ya se señala como el Goliat dispuesto y expuesto a enfrentar al León en la contienda decisiva del seis de octubre próximo.
El León se ha mantenido firme en su determinación de volver al poder; el liderazgo que le ha llevado en tres ocasiones a la Presidencia de la República luce intacto y aumentando en las simpatías del pueblo dominicano, tras librar la dura batalla de pedir respeto a la Constitución para que no se modifique con fines reeleccionistas.
Mientras, los delfines continuaban la labor de descrédito del ex-mandatario, unos con mayor perversidad que otros, se trabajaba, a sus espaldas, la forma de introducir al tiburón, y poner a su disposición todos los recursos para que el tiburón se alce con la candidatura presidencial en las primarias abiertas del PLD.
Esta aventura, al parecer, sucede porque ninguno de los delfines ha calado en la preferencia del electorado nacional con el porcentaje necesario y relevante como para vencer a Fernández.
La entrada del tiburón al juego político en el danilismo, sin dudas, ha llevado desasosiego a los delfines que hoy se sienten perturbados, embelesados y sin rumbo, aunque se les haya hablado, para consolarlos, al decirle que aún no se ha decidido quien enfrentará al León.
Sin embargo, los delfines ven con suspicacias que al tiburón se le ofreciera logísticas que a ellos nunca se les ha puesto en sus manos, como decenas de vehículos con promoción; empresarios que han apoyado la gestión del presidente Danilo Medina ofreciéndole igual apoyo; síndicos y directores municipales que sobrepasa el centenar; y su permanencia en el ministerio que dirigió hasta un día después del acto de lanzamiento de su precandidatura.
El haber quedado por más tiempo en el ministerio que dirigía, le otorga al tiburón una amplia ventaja ante los delfines que no contaban con funciones públicas, ante los dos que renunciaron a sus posiciones en la administración pública el pasado año; y ante el que renunció a la mitad del segundo mes de este año.
Los delfines, como conviven en el mar junto a los tiburones de todas las variedades, conocen muy bien sus características; saben que los tiburones devoran todo a su paso, y más, cuando sienten hambre de poseer poder político y económico.
Al tiburón se le promociona como el continuador de la obra del presidente Danilo Medina, y se resalta su “extraordinaria gestión” al frente del Ministerio de Obras Públicas. Al pretender señalarle con el dedo de la irracionalidad de que posee el liderazgo capaz de vencer a Leonel Fernández en las primarias del seis de octubre, se advierte un peor desatino.
Reitero que los liderazgos se construyen. El ejemplo de este argumento que recuerde la sociedad dominicana sobre “gestión extraordinaria y exitosa”, de algún funcionario gubernamental, la desempeñó el expresidente Hipólito Mejía, cuando, al frente de la Secretaría de Agricultura (hoy Ministerio) en el gobierno del extinto don Antonio Guzmán Fernández, no permitió que el pueblo dominicano sufriera escasez de rubros ni de ningún producto de la canasta familiar, ni siquiera, con el paso del poderoso y aterrador huracán David (categoría 5) ni su acompañante, la desastrosa tormenta Federico.
Coloco a Mejía como ejemplo, pues aun teniendo a manos los reconocimientos, elogios y parabienes de todo el país, incluso, de gobiernos y entidades extranjeras, supo esperar su tiempo, y se dedicó a trabajar su liderazgo durante casi dos décadas antes de proponerse aspirar a la Presidencia de la República.
Mejía sabía que, por haber realizado lo que debió hacer en un momento crítico para la República Dominicana desde la posición de miembro de un gobierno como otros tantos, no debía aprovecharse de esa coyuntura y pretender así ir tras la Presidencia de la República.
De manera que durante casi 20 años Mejía visitó todos los rincones del país, abrazando y tendiéndole las manos a pobres y a ricos, obreros, maestros, niños, mujeres, estudiantes, profesionales, campesinos, sanos, enfermos, en fin, se dedicó a construir su liderazgo que lo llevó al poder en el año 2000, en una contienda ganada al hoy presidente Danilo Medina Sánchez.
Los delfines y el tiburón blanco del lado danilista, del amplio mar que representa el PLD para la sociedad dominicana, están llamados a lanzarse a trabajar sus liderazgos, la unidad de esa organización política y reconstruir nuestra democracia, seriamente afectada en los últimos meses.
Por más que se les señale y les otorguen reconocimientos por el deber cumplido, es saludable y oportuno que los delfines y el tiburón blanco, reconozcan que en este momento ninguno de ellos cuenta con el favor del pueblo dominicano para encabezar la boleta presidencial del PLD.
Faltando menos de dos meses para las primarias del seis de octubre, ni los delfines ni el tiburón lograrán llegar con un liderazgo fortalecido para vencer a Leonel Fernández Reyna, pese a contar con todo el dinero del mundo, el apoyo empresarial, logística de todo tipo y reconocimiento laboral.
De continuar con las mezquindades el lado del mar danilista, podría ocurrir que los miles de millones de pesos destinados a ser entregados a uno de los delfines o al tiburón blanco, caigan al vacío, totalmente dilapidados, pues la victoria de Leonel Fernández será, de todos modos, contundente.