Producto de las desmedidas ambiciones de los partidos mayoritarios por controlar el electorado mediante procedimientos no democráticos pasados por ley, numerosos partidos minoritarios se encuentran actualmente forzados a echar suerte en las próximas elecciones congresuales y municipales bajo la coalición Juntos Podemos.
De no formar coalición para los comicios municipales y congresuales venideros, estos partidos estarán irremediablemente condenados a desaparecer del sistema de partidos de la República Dominicana. Las razones de este presagio se pueden encontrar en las nuevas disposiciones legales que regularán la participación electoral en el 2020.
Así, por ejemplo, entre las diversas causas para la pérdida de la personería jurídica, el Artículo 75 de la Ley 33-18 sobre partidos, agrupaciones y movimientos políticos establece la no obtención del 1% de los votos válidamente emitidos (numeral 1), o el no logro de una representación congresual o municipal en las últimas elecciones (numeral 2).
Mientras que en su numeral 6 establece que el partido que concurra aliado deberá cumplir con ambas condiciones. Pero en el Artículo 58 de esta misma ley se restringe a un 20% el número de candidaturas que podrán disponer los partidos para establecer alianzas con otros partidos o para asignar a miembros de sus propios partidos. Por su parte, el Artículo 1 de la Ley 157 del 2013 extendió el voto preferencial hasta los regidores y vocales, aunque lo aplazó para las elecciones del 2020.
La lectura descontextualizada de estas disposiciones podría hacer creer que su elaboración estuvo precedida por buenos motivos; sin embargo, las intenciones reales que condujeron a su formulación no parecen tener otro propósito más que la desaparición de estas organizaciones.
La estratagema de fondo, aunque aparenta simple, se encuentra bien orquestada: forzarlos a participar individuamente en la venidera contienda electoral para que mueran en el intento por falta de recursos, o conducirlos a formar alianzas con los mayoritarios a fin de ahogarlo bajo el peso del voto de línea bajada por estos a favor de sus candidatos.
Dos supuestos básicos condujeron a la construcción de esta estratagema.
El primero de ellos consiste en creer que ningunos de estos partidos estará en condiciones de sacar individualmente el 1% de los votos válidamente emitidos ni ganar una representación política y, segundo, que el control partidario que ejercen los mayoritarios sobre sus propias membresías se encargaría de anular cualquier oportunidad que pudieren tener los candidatos de los partidos pequeños aliados.
El fundamento de estas suposiciones se encuentra en una creencia primaria y dos sesgados postulados. Los dirigentes de los partidos mayoritarios creen que los niveles de votaciones alcanzados por los pequeños son el producto de sus habilidades para canibalizar las propias simpatías de los mayoritarios a los que se alían.
A partir de esta creencia inicial estos dirigentes afirman el postulado de que los partidos pequeños sin contar con la ascendencia electoral real en la sociedad dominicana logran mantener elecciones tras elecciones su personería jurídica mediante técnica de canibalización del voto mayoritario.
Pero también y este es el segundo postulado, los partidos mayoritarios que ganan posiciones administrativas electivas deben sacrificar posiciones a favor de sus aliados pequeños a sabiendas de que estos canibalizaron su propia base electoral.
No se puede negar que la mayoría de los partidos pequeños utilizan las alianzas con diversos propósitos, entre ellos el de mejorar las probabilidades de mantener su personería jurídica. Sin embargo, eso no ha sido gratuito. Para las elecciones del 2016, numerosas candidaturas congresuales y municipales de los partidos mayoritarios fueron salvadas por los votos de los partidos pequeños.
El análisis de los resultados electorales de ese año no nos deja mentir. En el nivel congresual todos los partidos minoritarios juntos obtuvieron 873,585 votos frente a 1,582,279 del PLD y 1,083,039 del PRM, para una tasa de participación electoral de un 20% Mientras que en el nivel municipal los minoritarios lograron 892,477 votos frente a 1,794,325 del PLD y 877,101 del PRM, para una tasa de participación electoral de un 21%.
Nadie puede negar que estos son muchos votos y no es verdad que se puedan alcanzar mediante la mera canibalización de los electores de los mayoritarios. Mas bien estos datos lo que vienen es a confirmar el argumento de diversos dirigentes de los partidos pequeños vinculados al PLD, en el sentido de que numerosas senadurías, diputaciones y alcaldías fueron ganadas con los votos aportados por ellos.
Y no es para menos, estos partidos tienen la virtud de llegar a pequeños nichos electorales que en determinadas situaciones cruciales se convierten en carta de triunfo o derrota para los candidatos locales. Entre esos nichos se encuentran el de los electores desencantados de los propios partidos mayoritarios, las redes familiares y amistades sostenidas sobre fuertes lealtades; pero, sobre todo, los pequeños y grandes liderazgos locales reacios a sostener relaciones distantes, entre otros.
Sin embargo, lo que no se dice y argumenta es que a causa del tipo de alianza que por lo general sostienen con los mayoritarios, los partidos pequeños han sacrificado sus enormes oportunidades de crecimiento.
Para evidenciarlo, traigamos a colación algunos hechos ocurridos en las elecciones del 2016 centrados todos alrededor de fuerte líderes locales. En San José de Ocoa, Pedro Alegría candidato del BIS se impuso al candidato a Senador del todo poderoso Partido de la Liberación Dominicana; de igual modo en Higüey, Chorlitin, se habría convertido en alcalde si hubiera realizado un mejor manejo inicial, pues superaron individualmente con más de 18 mil votos al PLD y sus candidatos.
En esa misma línea cabe mencionar el caso de Marcos Tavarez que junto al BIS superaron, individualmente al portentoso PLD y su candidato a la alcaldía, aunque, por las trampas y las alianzas, el PLD logro el triunfo; mientras que en Dajabón no valieron truchimanería contra Miguel Ángel Cruz y el BIS, estos se impusieron a los llamados partidos mayoritarios en el nivel municipal.
Pero donde verdaderamente salieron humillados los partidos grandilocuentes fue en Boca Chica. Allí Radhames Castro y el BIS se impusieron por mucho a estos partidos.
Demasiado elocuentes son estos hechos como para que los dirigentes de los partidos mayoritarios abandonen la terca y arrogante creencia de que los partidos pequeños son remoras canibalizadoras de sus propias simpatías, incapaces de mantener su propia personería jurídica con base a respaldo electoral de bases propias.
Sin embargo, más que prestarle atención a ese destemplado y manido argumento, lo atinado para los partidos que integran a Juntos Podemos sería preguntarse ¿qué fue lo que le facilitó esos resultados al Bloque Institucional Socialdemócrata? O en otras palabras ¿qué fue lo que le funcionó para que resultase tan competitivo en esas demarcaciones? Y la respuesta no requiere ningún egresado de Harvard. Simplemente el BIS se cuidó de llevar candidatos de alta penetración social, a líderes genuinos de sus comunidades.
De modo que si Juntos podemos desea tener éxito en los comicios congresuales y municipales venideros deberá recurrir a este tipo de candidaturas. Estas serán su clave maestra, su gran espacio de oportunidades. Pues al estar conformadas por hombres y mujeres de fuertes vínculos sociales y grandes trayectorias de luchas por los intereses de sus comunidades, los partidos que las asuman podrán conectar de inmediato con importantísimos nichos electorales locales que resultarían inalcanzables sin ellos. Estas sólo habrá que complementarlas con buenas y adecuadas propuestas de campaña y un apropiado asesoramiento para que todos veamos caer los numerosos engendros políticos que, elecciones tras elecciones, los partidos mayoritarios les vienen imponiendo a las comunidades locales mediante procedimientos no democráticos.
Por lo tanto, si para las próximas elecciones, los partidos vinculados a Juntos Podemos apelan a y generalizan la misma estrategia por la que apostó el BIS en 2016 para ciertas demarcaciones políticas, con toda seguridad que finalizados los eventos electorales del 2020, éstos no sólo habrán salvado su personería jurídicas, sino que además habrán dado lugar al nacimiento de una tercera fuerza política verdaderamente mayoritaria. Así que las oportunidades están, sólo falta la visión y el coraje para aprovecharlas.