He dicho en múltiples oportunidades que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) tiene una oportunidad de oro para alcanzar el poder en las elecciones congresuales, municipales y presidenciales, pero parece que sus dirigentes no están convencidos, y siguen dando palos a ciegas, sin una estrategia que los guíe, sin un espíritu de cuerpo que los conduzca por un solo camino, unidos.
El PRM es como un ciego que sabe hacia dónde va, pero no lo encuentra, no tiene un perro inteligente, un amigo leal, una esposa o un hijo que lo lleve hasta su casa, y va dando tumbos, se detiene en cada esquina en espera de que alguien lo ayude a cruzar la calle. Llegará a su destino sin saber cuándo. Tal vez, cuando por fin llegue, no habrá nada que comer y todos se habrán ido.
Esa situación no tiene nada que ver con la división que se observa en los dos grupos que aspiran ganar la nominación presidencial y la mayoría de los candidatos a cargos de elección popular; al contrario, esa situación debió servir para vigorizar al partido, para empujarlo hacia adelante. Sucede que el individualismo, los intereses particulares de quienes quieren ser alcaldes, regidores, diputados, senadores, y hasta presidentes, no están apegados a una línea política común. La unidad, resultado de una política partidaria, no es la base del accionar de sus militantes y dirigentes. El laborantismo cotidiano no los deja ver más allá de la curva de la esquina.
El país se derrumba ante la crisis económica que se avecina como una tormenta pronosticada por los organismos nacionales e internacionales, agudizada por la inseguridad ciudadana, la corrupción, la impunidad, la violencia, el costo de la vida, el desempleo, el déficit habitacional, la insalubridad y el aparato productivo desarticulado por los gobiernos del PLD, ya desgastados y desacreditados. A todo ello sumémosles la crisis del partido que tiene once aspirantes a la nominación presidencial enfrentados, diez de Danilo Medina, que tendrá que decidir quién será que enfrentará a Leonel Fernández que aparece puntero en las encuestas.
El PLD, pese a todo, sigue siendo el partido a vencer. Los que ingenuamente consideran que no habrá acuerdo, que la división es segura, que sólo hay que esperar que llegue un ciclón batatero y cada quién coja su camino, están equivocado. Los intereses y el miedo a perder lo que se robaron los puede unir en un momento determinado.
El PLD sigue en el poder. No lo olviden. Es quien controla los poderes del Estado incluyendo gran parte de las iglesias y la prensa, con sus pastores, sacerdotes y cientos de bocinas que soplan fuerte a favor del oficialismo; por eso traza la agenda nacional diaria poniendo y quitando temas en la prensa y las redes sociales, mientras silencia a los opositores.
Me pregunto, ¿cuáles son los beneficios que el PRM le ha sacado a la crisis del país y del PLD? ¿Qué dicen las encuestas? Alguien me dirá –sin faltarle algo de razón- que después del seis de octubre, cuando se escoja el candidato presidencial el partido, unido, saldrá a las calles a buscar el poder. (Habría que verlo) Esa fecha también decidirá lo del PLD y de los otros partidos, pero en lo que llega ese día, el PRM ha debido ganar terreno, abrir una brecha enorme entre una organización y las otras, cosa que lamentablemente no ha hecho o no ha logrado.
Este país necesita un cambio urgentemente, pero la gente tiene que quererlo, desearlo, expresarlo, luchar por ello; luego las organizaciones populares y democráticas tienen que organizar ese cambio, tienen que crear las condiciones tanto subjetivas como objetivas para que se logre. No llegará solo. Siento que en el PRM todos están en campaña electoral, no en alcanzar el poder. No ganamos nada con aumentar la cuota de alcaldes, regidores, diputados y senadores, ahora que fue eliminado el arrastre, es preciso ganar el poder para producir los cambios estructurales que demanda la sociedad dominicana.