En cada inicio del año escolar las autoridades llaman a los padres de familias y tutores a enviar a los hijos a las escuelas y colegios privados.
Solo bastaría con revisar los archivos periodísticos y ver los mismos mensajes, titulares de los de comunicación impresos, digitales, de la televisión o escucharlos en los escasos noticiarios de radio.
Asimismo, leemos las quejas de los padres por la carestía de textos escolares y las inscripciones en los colegios, una situación que data desde hace muchos años y que la clase gobernante no se ha atrevido a meterle mano. Las razones son del dominio público, de modo que no tengo por qué explicarlas.
Cada año los textos escolares suben de precio, lo que obliga a los padres a hacer rejuegos con el presupuesto familiar para comprarlos, aunque sean usados. Y todo sigue normal: las minorías imponen sus reglas sobre las mayorías.
Los estudiantes que asisten a las escuelas públicas reciben gratis uniformes y los libros. Esto representa un alivio para las familias que no pueden inscribirlos en un colegio privado.
Como ya es una tradición, los comercios son abarrotados de miles de personas que se apresuran a comprar los materiales escolares a sus hijos, semanas previas al inicio de las clases.
Es el momento aprovechado para venderlos más caros. Es la misma vaina de siempre.
Las plazas y establecimientos comerciales se aprovechan de ese descontrol para vender esas utilidades con tarifas antojadizas y abusivas, pues el Estado dominicano no ha sido capaz de congelar esos precios ni controlar a la casta mafiosa empresarial y estatal que se nutre económicamente de esa anarquía.
Las listas de útiles requeridos para los niveles básico y secundario muestran un promedio de costo alto para cualquier familia, ya que en el nivel inicial su precio ronda los RD$15,000, si se escoge un colegio ubicado en los barrios de clase media baja o baja.
Los utensilios que piden la mayoría de los centros educativos privados constituyen un gran número de recursos pedagógicos a utilizar, desde témperas, lápices de colorear, cuadernos, cartulinas y obras para lectura.
Sin embargo, llama la atención que en ese paquete escolar también se incluyen papeles de baño y resma de papel de 500 hojas para impresoras. Alguien me contó que esos materiales se usan en las tareas de los niños más pequeños (¿?), pero que es un requisito que se exige por igual a los alumnos que cursan del tercer grado en adelante.
Cuando los colegios elaboran el listado de los libros de textos, siempre “recomiendan” (yo diría imponen) a los padres de familia comprar los elaborados por cuatro reconocidas editoras.
Desconozco las razones, aunque sospecho saberlas. El conocimiento es el antídoto contra la ignorancia y abre las puertas a la sabiduría.
Además de adquirir los textos en esa modalidad, cada año escolar hay que pagar las reinscripciones en un colegio. Si el alumno ha estado inscrito cuatro o cinco años ininterrumpidos, no entiendo por qué hay que reinscribirlo. Eso aplica para los casos de nuevos ingresos.
Desafortunadamente, esa política también la emplean todas las universidades. Es una cultura antaña blindada.
Tampoco entiendo la razón de los colegios exigir a los padres pagar completo el mes de agosto, no obstante las clases iniciarse en septiembre.
Pienso que esas cosas deben contemplarse y corregirse con la implementación del programa Revolución Educativa, excelente iniciativa que está proyectando el gobierno y debe ser respaldada, sin ningún prejuicio político, por la sociedad dominicana.