Entre los años 70 y 80 surgieron algunos merengues cuyas letras hacían referencias directas al ejercicio político en la República Dominicana. Recuerdo vagamente temas como “El tabaco es fuerte, pero hay que fumarlo”; “La política, compay”, “El funcionario”, por solo citar algunos.
Como niña y adolescente de tales décadas, escuchaba los estribillos acompañados de los sonidos de los instrumentos propios de nuestra música: tambora, güira y acordeón, y una que otra trompeta y saxofón. Aún escuchándolos y bailándolos en los cumpleaños de amiguitas en sus casas o patios no alcanzaba escudriñar el significado de sus letras y los motivos que llevaron a los compositores y/o autores a escribirlos, ni mucho menos tenía conciencia de los acontecimientos políticos en el país.
Aunque ahora pudiera entender un poco de política, sigo esforzándome por descifrar lo concerniente a los políticos.
El caso del Partido Revolucionario Moderno- PRM-, es un ejemplo a la mano de cómo me confunde su accionar político, pues al inicio del día tratan un tema, y, en total falta de coherencia política, al ocaso, se observa hacer otras cosas distintas a lo que ya se había planteado.
La dirigencia de esta organización, rama desprendida del Partido Revolucionario Dominicano- PRD-, presume de ser la opción del cambio solicitado por la sociedad dominicana, y desde ya vocifera a los cuatro vientos ser el seguro triunfador de las elecciones del año próximo. Al parecer, nadie advierte allí que los tropiezos son con los dos pies, o tal vez algo o alguien le hace tropezar hasta con las manos, luego, todo redunda en un grave daño interno.
El PRM ha concertado una alianza con el danilismo para mantener a Radhamés Camacho en la presidencia de la Cámara de Diputados. Este acuerdo político, que podría extenderse a otros que procuran consumarse en la presente legislatura, no es viable para sus aspiraciones de mayo del 2020.
Inmiscuirse en la crisis interna que afecta al Partido de la Liberación Dominicana –PLD-, ha sido el grave error político que nunca debió cometer el PRM. Pero, si su interés es acrecentar la división del partido morado, primero debe echar una mirada a lo que ocurre en sus entrañas.
Legisladores del PRM materializaron la primera parte del pacto, y sostienen que tal decisión obedece a una estrategia de insignia Maquiavélica: “Divide y vencerás”, atribuida, erróneamente, al autor del El Príncipe.
“Divide y vencerás”, frase de ineludibles consecuencias para una organización política que sólo se ha detenido a mirar la paja que lleva el PLD a lo interno, y no ve la viga que le lleva al borde de perder uno de sus preciados órganos.
Así el evangelista Lucas 6:41-42 describe claramente cuando alguien crítica la falta en otros y, sin embargo, obvia la propia, la esconde, pese a ser mirada por los indiferentes y no interesados.
El PLD es una organización sólida, y cuenta con una dirigencia decidida a procurar siempre la manera de retener el poder. Su padrón electoral casi duplica al del PRM, y tiene las ventajas, además, de ostentar el poder actualmente y contar entre sus precandidatos con un expresidente de la República. Mantenerse unidos es ahora su reto. En tanto, el PRM anda patinando y dando pasos a ciegas.
El precandidato Luis Abinader, va a los alrededores del Congreso Nacional a marchar por una causa que no fue suya tras mirar el respaldo del pueblo dominicano a quienes propugnaban por el respeto a la Constitución.
En momentos en que esto ocurría, legisladores de ese partido andaban repartidos entre hacer causa común con quienes se abstenían de corroborar una modificación constitucional, y otros sí dispuestos a plasmar sus firmas en pro de la modificación a la Carta Magna.
El pasado 16 de agosto, tanto legisladores de Abinader como del expresidente Hipólito Mejía se unifican en pro del danilismo y así mantener en la presidencia de la Cámara de Diputados a Radhamés Camacho. Ni Abinader ni sus cercanos colaboradores advirtieron haber sido utilizados en este juego.
Mientras esto ocurría en la Cámara Baja, quienes respaldan a Luis Abinader dentro del PRM, aún no se han detenido a pensar que de resultar ganador internamente en las primarias del 6 de octubre, como señalan las encuestas, pudieran no contar con el apoyo de Hipólito Mejía para el proceso electoral del 17 de mayo del 2020, y vengar así la osadía de Abinader de acudir al Congreso Nacional a propugnar respeto a la Constitución en franco rechazo a una repostulación del presidente Danilo Medina.
Abinader y su gente deben estar atentos a un posible acuerdo entre el PRD y el PRM, el cual trataría de ampliar las ventajas de Hipólito Mejía de concitar simpatías al candidato danilista en las primarias del 6 de octubre.
Aunque no ha sido gritado a los cuatro vientos, la facción de Hipólito Mejía se señala aliada al danilismo, no sólo por la unidad de criterios de legisladores de ambas corrientes políticas en la Cámara de Diputados, sino de la participación de adeptos de Mejía en proyectos importantes del gobierno.
O sea, dicho de otra manera, si Luis Abinader ganara las primarias del PRM, no podría contar con los votos de la facción del expresidente Hipólito Mejía para sentarse en la Silla Presidencial el 16 de agosto del 2020. El padrón del PRM lo pondrá en desventaja frente al del PLD al no contar con los votos de un importante porcentaje de los inscritos en el PRM que favorecen a Mejía y siguen sus lineamientos.
Como Abinader abrazó la causa de respeto a la Constitución que encabezó el expresidente Leonel Fernández con amplio respaldo del pueblo dominicano, debió mantener tales lazos en la Cámara de Diputados y propugnar porque se cumpliera el Acuerdo de Caballeros. De haber actuado así, hoy concitaría apoyo de los leonelistas, permitiéndole una posible alianza de cara al proceso electoral que se avecina.